Trane :
ALMA MATER (II)
Trade, 14 de mayo de 2007
(...de mis seis años en Navarra no recuerdo ninguna situación completa. Sólo haciendo un esfuerzo de concentración logro traer a mi mente jirones de recuerdos, retazos de vivencias, no asociadas con ningún tipo de sentimiento, salvo quizá una vaga tristeza abstracta. Imágenes sueltas flotando en el vacío, pero impersonales, como si eso no me hubiera sucedido a mí sino a otra persona, o como si lo hubiera soñado, o me hubiera sucedido en una vida anterior.)
Esto es muy típico que suceda con el servicio militar. Yo la mili la hice en Valladolid, pero de todos los meses que pasé en la ciudad castellana, no recuerdo absolutamente nada de ella. Nada. Recuerdo sólo imágenes sueltas de la vida cuartelera. Tengo una imagen donde me veo corriendo a lo largo de la valla que rodeaba el cuartel. En otra imagen, me veo haciendo ejercicios de tiro con pistola frente a unas dianas en la parte posterior de los barracones. Recuerdo el radiocassette, puesto sobre una silla escolar a la entrada del barracón, donde sonaba la cinta con la que los tenientes, seres semificticios, en su empanamiento castrense pretendían hacernos aprender el himno de la caballería, una musiquilla cuartelesca, ridícula y boba que supongo compuso algún brigada entusiasta y entontecido:...
"¡Caballero español, centauro legendario, jinete valeroso y temerario, tu deber y tu honor te llevan al sacrificio: acepta con orgullo este servicio!", y así un encadenamiento alucinante de versos putapénicos de este género, que terminaba con: "¡Un grito pone fin a la hazaña, con nuestro lema: Santiago y cierra España!", que yo ya conocía del Capitán Trueno. Me veo en un autobús, durante un permiso, haciendo un viaje nocturno a alguna parte, mirando mi rostro reflejado en la oscuridad de la ventanilla.
Recuerdo, porque medité sobre él los diez años siguientes, el razonamiento que un teniente mentalmente desahuciado aplicó al frío castellano: "Aquí hace un frío de la virgen María: éstos de Valladolid, o son tontos del culo, o comen mierda." Un razonamiento que, tras más de diez años de meditación, me sigue ocultando la lógica interna de su alternativa. Pero todo esto lo recuerdo desde fuera, como si le hubiera sucedido a otra persona. Y en realidad, casi prefiero no recordarlo. Pero de la ciudad de Valladolid, pese a todo mi empeño, no recuerdo absolutamente nada. Nada.
Sólo me consta que, en una etapa de mi vida, pasé ahí meses enteros. Si esos meses los hubiera pasado en coma o anestesiado, lo mismo daría.
Me operaron de las amígdalas con cinco años. No tuve miedo hasta que, al llegar al quirófano, vi en el suelo una palangana con sangre. Me anestesiaron con una máscara de gas, y recuerdo vivamente que durante el tiempo de anestesia soñé con el oso Yogui dando saltos sobre unos cubos de colores ante un fondo negro. Más tarde asociaría los cubos con un rompecabezas del alfabeto con el que aprendía las letras, y el negro con un dominó de monstruos con el que me gustaba jugar: "Dominó Monstruos". Ya se ve que unos minutos de anestesia dejaron más rastro en mi vida que meses enteros en Valladolid.
En Navarra, seis años me paseé por los pasillos enmarmolados del Central con la impresión de no estar ahí, de que eso no me estaba sucediendo a mí sino a otra persona, de que yo era invisible, de que todo eso yo lo estaba viendo en una película, o de que entre mí y lo que me rodeaba mediaba una pantalla de cristal infranqueable. ¿No trataba de esto la película "Crash"?
Ahora sé por qué están tristes los fantasmas.
(continuará)
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Publicado el Monday, 14 May 2007
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