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SANTIFICACIÓN | ENCUENTRO CON EL SANADO

El discutido milagro de monseñor

7 de octubre de 2001
El Mundo
Por ILDEFONSO OLMEDO

Josemaría Escrivá, fundador del Opus, falleció en Roma en 1975. Para los amigos, Manuel Nevado Rey es Manolo. En Almendralejo, la capital extremeña de la Tierra de Barros que cuenta con la llamada pequeña Sixtina de Extremadura (parroquia de Nuestra Señora de la Purificación, «la iglesia con más superficie pictórica de toda España»), Manolo es uno de los miembros más jóvenes del «equipo médico habitual», como dicen ellos entre bromas. Casi todos ya están jubilados y sobrepasan los 70. Paseos, reuniones en el casino y, cada sábado, la instituida visita al café Danubio. Allí, cuando los dados corren sobre la mesa en la partida rutinaria, los veteranos galenos polemizan amigablemente sobre lo divino y humano. Nevado, a veces, habla de su pasión: una finca con bodega propia cercana a la raya con Portugal, de nombre La Portuguesa, y que ha ido creciendo con los años hasta rozar las 1.000 hectáreas de tierras de cultivo. Entre la consulta diaria en el cercano centro de especialidades de Zafra, donde continúa realizando cirugía ambulatoria de traumatología, la atención a los pacientes que prefieren visitarle en su casa por las tardes y el campo, el cirujano de origen cacereño (Herrera de Alcántara, 1932) exprime sus 69 años sin darse un respiro.

«Nevado», dice un colega de 75 años mientras nos muestra la máquina de rayos X de su consulta privada que le tiene quemado el vello de los dedos de tanta exploración (digamos, gajes del oficio), «sólo ha tenido en su vida, que yo sepa, un cólico nefrítico.Fue durante una operación hace ya muchos años, le pusimos una inyección de buscapina y siguió adelante». «Es un hombre fortote, de buena salud», agrega otro habitual de las tertulias y los paseos por la calle Real, «no le he conocido enfermedad ninguna, sólo la dermatitis que le producían en los dedos los rayos X y las escayolas». El hombre habla con la naturalidad de las buenas gentes sin saber que esa dolencia de su amigo que él describe sin dramatismo, presentada por el Opus como curación milagrosa, es el gran secreto de Manuel Nevado. Sólo unos pocos escogidos sabían de él. Ahora ha sido desvelado desde Roma, sede de la Ciudad Vaticana donde desde hace años se viene tramitando el expediente de canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus beatificado por el Papa, no sin polémica, el 17 de mayo de 1992.

La definitiva ascensión a los altares del sacerdote nacido en Barbastro en 1902 depende del cirujano y traumatólogo de Almendralejo.Alrededor de 80.000 miembros de la poderosa congregación católica esperan, confiados, que Juan Pablo II vea en el doctor Nevado la huella viva del segundo milagro de monseñor, del que en 2002 se cumplirá el primer centenario de su nacimiento. Por su intercesión, el mismo año de su beatificación, el médico de Almendralejo habría sanado de una enfermedad crónica que padecía desde los años 60.


CABALLERO DE YUSTE
La vida del doctor extremeño, a quien todos en Almendrajo reconocen una admirable y sacrificada carrera profesional de cuatro décadas, ha transcurrido más entre quirófanos que entre sacristías. «Es un hombre cristiano, sí, pero no es ningún beato», se apresuran a aclarar todos. «Yo no pertenezco al Opus Dei», dice él. Caballero de Yuste (hermandad dedicada a la guarda del monasterio donde murió el emperador Carlos V), padre de cuatro hijos varones, esposo de la enfermera de Soria que le arrebató el corazón cuando hacía sus primeras prácticas de cirujano en Badajoz, recién terminada la Facultad de Medicina en Sevilla, gran conocedor del derecho agrícola comunitario desde que explota la finca La Portuguesa, Manuel Nevado Núñez es reconocido en el pueblo, sobre todo, por los 26 años (1960-1986) que estuvo al frente de la Casa-Hospital de La Misericordia. Allí salvó miles de vidas. Pocas familias, en 50 kilómetros a la redonda, no tienen un pariente operado por él. Pero fue mucho más que el único cirujano de la comarca, cuando ni en Mérida tenían hospital. Él y una hermana que acaba de ser nombrada honoríficamente Cónsul de Almendralejo, la madre mercedaria Carmen, fueron los alma mater de una institución local que pasó de casa de hospicio de beneficencia a hospital. Allí, hasta que un alcalde de infausto recuerdo se empeñó en despedirlo, Manuel Nevado se forjó una reputación de entrega y generosidad.A veces, como buen samaritano, ni cobraba. El supuesto milagro, que le puede valer la canonización al controvertido prelado del Opus, vendría años más tarde. Pero eso ya, dicen los más respetuosos, no son asuntos terrenales.

Todos los caminos del hasta ahora anónimo doctor conducen, desde 1992, a Roma. En la Ciudad Eterna, en manos de la Congregación para la Causa de los Santos, está escrita su historia. Alrededor del año 1960, se dice en uno de los cientos de folios que constituyen las actas procesales instruidas sobre su caso, un joven Nevado contrajo la enfermedad mientras prestaba servicio en la Residencia Sanitaria de Badajoz. Como cirujano traumatólogo estaba continuamente expuesto a las radiaciones de los rayos X, y no siempre podía cubrirse las manos con guantes de plomo. La radiodermitis enseguida le supuso «la pérdida del vello de las manos, con la aparición de zonas sonrosadas y con picores». En Almendralejo, a donde llegó tras una breve estancia en el pueblo próximo de Villafranca, muchos recuerdan aún sus manos irritadas. Hay quien, en los tiempos en que el cirujano llegaba a acumular 12 y 14 operaciones diarias, le ha visto incluso las llagas de los dedos ensangrentadas. «La radiodermitis la cogió en Badajoz», cuenta uno de sus colegas, «y a veces se le agudizaba. En cualquier caso, no era cancerígena.Recuerdo que muchas veces se colocaba un apósito (una gasa con un poco de esparadrapo) entre los dedos, porque decía que el roce le molestaba, pero yo hace ya más de un año que no le veo con ellos. Creo que desde que dejó de operar, pues ahora sólo hace pequeñas cirugías de piel en Zafra, y de usar los rayos X no ha vuelto a tener problemas».

El expediente romano es mucho más radical. En el informe una parte fue dado a conocer esta misma semana por el periódico Il Tempo se refiere que Nevado Rey fue empeorando con el tiempo hasta perder la sensibilidad en los dedos, lo que le habría obligado en 1992 a abandonar la mesa de operaciones y la profesión médica.Para mayor contundencia, se incluye un diagnóstico de uno de los médicos llamados a participar en el proceso: radiodermitis crónica grave en el tercer estadio, caracterizada por la transformación neoplástica de las lesiones. La dolencia habría entrado así en una «fase de irreversibilidad» y se encaminaría a un «diagnóstico terrible sin esperanza y que habría podido llegar hasta hacer necesaria la amputación de las manos».

CRONICA ha intentado reiteradamente entrevistar al médico extremeño, que ha rehusado la invitación. En una breve conversación telefónica sí tuvo ocasión para calificar la dolencia que padeció en el pasado como de «enfermedad degenerativa» que llegó hasta a impedirle «ejercer la profesión» y que, según remarcó, la había padecido un colega muy próximo que terminó falleciendo a consecuencia de ella. A falta de más pistas, el único caso de fallecimiento reciente encontrado por este periódico entre el grupo de amigos médicos de Almendralejo ha sido el del que fuera, durante muchos años, anestesista de Nevado. Y todos los consultados coinciden en el motivo del deceso: isquemia coronaria. O sea, un ataque al corazón.

ESTAMPA DEL BEATO
El milagro, del que Manuel Nevado sólo ha hablado a personas muy allegadas, religiosos o miembros del Opus, habría tenido lugar en 1992. Su testimonio aparece recogido en las actas del proceso: «En el mes de noviembre de 1992, me acerqué a un amigo para explicarle lo que me pasaba. Él me ofreció una estampa del beato Josemaría Escrivá de Balaguer y me sugirió que recurriese a su intercesión. Lo hice en aquel momento y días después fui a Viena a un congreso. Allí me quedé muy impresionado porque en todas las iglesias que visité encontré estampas del fundador del Opus Dei. Esto me indujo a invocar con más fervor todavía su intercesión». Seis meses antes, el 17 de mayo, la obra había logrado que el Papa beatificara en loor de multitudes a monseñor, gracias a la atribución de un milagro entonces hubo voces de ex opusianos que lo cuestionaban obrado por su intercesión en 1976 sobre la carmelita de El Escorial Concepción Boullón, a la que le habrían desaparecido de repente unas graves formaciones tumorales que venía padeciendo.

A su regreso del viaje a Austria, y transcurridos 15 días desde que le fuera entregada la primera estampa de Escrivá de Balaguer, el doctor Nevado Rey asegura que «las lesiones desaparecieron y las manos adquirieron el aspecto actual, perfectamente curadas».El expediente para que su caso fuera incorporado al proceso de canonización de Escrivá, que cuenta con grandes recursos humanos y materiales, se inició en el arzobispado de Mérida-Badajoz en torno a 1997. Llegado a oídos del Opus lo ocurrido con Nevado, el postulador de la causa de canonización de la obra, Flavio Capucci, solicitó al obispo Antonio Montero la apertura de un proceso por posible milagro. Se nombró una comisión integrada por un promotor de la fe (el antiguo abogado del diablo), un postulador y un juez delegado, Adrián González, un experto en Derecho Canónico que tiene fama de buen instructor y que presidió el tribunal en nombre del obispo.

Durante varios meses, entre la primavera y el verano, el tribunal recibió documentación de los hechos (certificados médicos fundamentalmente) y tomó declaración a testigos y expertos médicos, incluido uno en radiología. El dictamen final fue favorable a la tesis del posible milagro, y como caso «científicamente inexplicable» fue enviado a la instancia superior, en ese caso la Congregación para la Causa de los Santos en Roma. Compuesta por un grupo de 60 médicos (todos hombres, italianos en su mayoría residentes en Roma y católicos convencidos, amén de docentes universitarios y especialistas en distintas materias médicas), sus miembros se reunen en las oficinas que tienen en el número 10 de la plaza de Pío XII, frente a las columnas del escultor Bernini. Suelen analizar cada año unos 50 milagros. Todos están obligados sub secreto pontificio (so pena de excomunión) a la confidencialidad más absoluta y reciben por cada caso estudiado una suma de unos 500 dólares americanos, que suelen entregar a las obras de caridad del Papa. En el caso del extremeño, el veredicto de la comisión médica vaticana (primero de los tres filtros, médico, teológico y cardenalicio, que deben pasar los expedientes antes de llegar al Papa) define su curación como «muy rápida, completa, duradera y científicamente inexplicable».

Un experto dermatólogo consultado considera sin embargo que «en algunos casos», sin milagro alguno, es posible la mejora espontánea de la enfermedad en el estado en que el médico extremeño la sufría: radiodermitis crónica grave en tercer estadio. La infalibilidad, en medicina, no existe. Incluso algunos teólogos la cuestionan.«En principio», explica Enrique Miret Magdalena, presidente de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, «las certificaciones de los médicos vaticanos son serias, pero no infalibles y sí discutibles».Él lamenta que la Curia, «donde hay gente del Opus, modificara hace unos años el sistema de canonizaciones y beatificaciones. Ahora es más rápido y ha desaparecido el abogado del diablo» (encargado de detectar los posibles errores de las causas). Además, existe una corriente de pensamiento entre los teólogos que pide la eliminación de la prueba del milagro (requisito fundamental tanto para la beatificación y la canonización). Así, para la santidad bastarían los dones espirituales, el testimonio de las virtudes heróicas.

La realidad hoy es otra, y por ella se rige el expediente del milagro de Nevado, quien ha viajado a Roma para responder de lo extraordinario de su sanación. En su caso, tras los médicos, el 9 de enero de 1998 hablaron los teólogos (11 presididos por monseñor Corradini). Su juicio, considerado el examen más difícil, fue igualmente positivo. La penúltima palabra la tienen ahora la comisión de cardenales y obispos que preside el portugués José Saraiva Martins. En el peor de los escenarios posibles para los seguidores de Escrivá (el no reconocimiento por los cardenales o incluso el Papa del milagro de Nevado), aún el Opus dispondría de otras oportunidades. Fuentes de la prelatura señalan hasta tres casos más de supuesta intercesión milagrosa. Uno en Filipinas, otro en Puerto Rico y el último en España, que afectaría a la sanación de un niño de seis años (ahora tiene 14) un día después de que su madre asistiera por televisión a la beatificación del prelado de Barbastro.

MILAGROS DE RESERVA
Este último milagro, hoy por hoy en reserva, presenta un importante inconveniente. Entre los informes aportados al expediente del niño, hijo de un alto magistrado de la judicatura cántabra, destaca el del jefe de nefrología infantil del hospital donde fue tratado, quien niega el milagro y atribuye la curación a los efectos de un acertado tratamiento farmacológico. El pequeño padecía una hipertensión arterial debido a una estenosis de la arteria renal derecha. El 17 de mayo de 1992, víspera del milagro, el crío presentaba ya una importante mejoría, «más de lo que la madre dice», sostiene el experto. Frente a él, el doctor Jesús Bustamante, del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, aportó un informe que deja las puertas abiertas a lo excepcional: «la literatura médica dice que si no hay operación, y no la hubo, la enfermedad es irreversible. Lo ocurrido es, desde el punto de vista científico, incomprensible».

En Almendralejo, mientras Roma se pronuncia, a pocos pasos apenas una calle de la pequeña Capilla Sixtina, el doctor Nevado calla.

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