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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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CORRESPONDENCIA

 

14-1-2004


Interrogantes

Orejas,

Unas preguntas vuelan por mi loca cabeza (ahora más suelta y libre) y veo que no hallo en los escritos ni en la correspondencia, comentarios al respecto.

Cierto es que hay que "pedir" la dispensa, cierto es que no pueden no concederla; pero que pasa con el testamento -caso de la fidelidad- que uno hizo: ¿es aconsejable que pida que le sea devuelto -es suyo y manifestacion personalisima de su "voluntad"- o lo mejor es no liarla y limitarse a revocarlo fehacientemente en el primer momento que pueda?, ¿sabeís si lo retornan? y, ¿que sucede con la disposición patrimonial? es conveniente manifestar expresamente que se revoca?. Y, ¿si se pide la dispensa por escrito, se les puede obligar a darla por escrito?.

Por cierto algo más, que nunca he llegado a entender: ¿por que hace falta tanta gente para trabajar en las delegaciones? ¿a que se dedican tantas horas?, ¿por que sus cuatro, cinco horitas diarias valen más que las horas de trabajo de un quidam cualquiera? (pues a muchos de ellos nunca les falta de nada: coche -como propio- sin que les represnte un gasto, ropa que les parece necesitan -a veces como dandys van por la vida-, convis, cursos a. -en sitios caríííísimos-, etc.) De quien viven?

Y que no se nos olvide otra cosa: el Opus Dei a lo mejor no tiene directamente sociedades, ni propiedades, pero "no las tiene" por que las pone a nombre de los miembros que les parece, cuando les parece, otorgandoles las participacion en el capital que les parece y se lo quita cuando le parece etc. Un ejemplo al Sr. X -que existe- le costó mucho tiempo desaparecer del accionaridado de una sociedad, y me añadia que él no hizo falta para nada: ni para adquirir la titularidad ni para transmitirla -vender-, ah! eso si nunca le preguntaron si queria o no queria. Un dia os con más detalles.

Gracias por estar ahí.
GPA


Los números de vocaciones

En esta web ya he negado varias veces que al consejo local de mi centro se nos exigiera desde "la alta dirección" un cupo específico de vocaciones anuales. Parece ser, por lo que cuentan algunos, que así fue en otros lugares hace mucho tiempo. Con mi versión simplemente quiero constatar que en este tema se puede vivir el espíritu del Opus Dei sin llenar esa fichita que describe Galileo, a no ser que en mi región ninguno tuviéramos "buen espíritu".

Para contestarme, Satur nos dice que el Padre ha pedido quinientas vocaciones a las mujeres, otros conjeturan que a lo mejor otras quinientas para los varones, y ahora resulta que son quinientas por cada región pero de aquí a varios años... y los cálculos se han disparado y, a decir verdad, me he perdido con lo del promedio de vida en la Obra y los que salen y los que entran y los que se mueren y los que no siguen y los que se publican en Romana y los del anuario pontificio. Por otra parte, Claudia además comenta que ella recuerda cómo se le decía cuántas amigas tenía que tener y cuáles eran las "metas apostólicas" para su región.

Recordando, si bien es verdad que a mí nunca se me exigió que mi centro "produjera" tal número de vocaciones, también es cierto que cuando vino Don Álvaro a mi región se nos pidió "doscientas vocaciones de numerarios en este país", y yo también he oído muchas veces que debía tener "unos quince amigos, de los cuales cuatro o cinco puedan estar en medios de formación y uno o dos puedan recibir la vocación". Creo recordar una cita del fundador (a ver Orejas, ahora en negrita y en cursiva, por aquello de los viejos tiempos, aunque no es textual): "ningún hijo mío puede estar tranquilo si no trae al año dos vocaciones que sean fieles"... o algo por el estilo.

¿Cómo me tomaba yo todo eso? Para comprenderlo, asumo las siguientes premisas:

1) Dios interviene en la vida de sus criaturas racionales; 2) por tanto, cada persona tiene una misión, una llamada específica de Dios; 3) Dios suele obrar a través de causas segundas, generalmente otras personas. Corolario: LAS VOCACIONES LAS DA DIOS. Creo que estas premisas están en consonancia con lo que se entiende por el fenómeno vocacional en la Iglesia; los que no compartan esa visión teológica, tendrán difícil aceptar lo que sigue.

Sabiendo que las vocaciones las da Dios y que muchas veces se sirve d instrumentos humanos, cuando el Padre u otro director salía con alguna cifra -pongamos por ejemplo los doscientos numerarios de mi región- yo entendía lo siguiente: "si Dios quiere otorgar la vocación de numerario a doscientas personas, nosotros hemos de poner todos los medios posibles para que, humanamente, existan las condiciones para que eso ocurra". Como San Pablo: "¿Cómo van a creer, si no se les evangeliza?" O sea, para que puedan pitar doscientos, si Dios quiere que piten, yo tengo que intentar ser santo, alegre y buen amigo, para que vean en mí una imagen de Jesucristo; yo tengo que saber explicar la fe y el espíritu de la Obra; yo tengo que animar a mis amigos a que se acerquen a Dios; yo tengo que conocer a más gente... En otras palabras, para mí esos mensajes no eran "tienen que pitar doscientos pase lo que pase y caiga quien caiga", como insinúan algunos, sino "tenéis que poner los medios para que si Dios quiere que doscientas almas le sigan en este camino, puedan hacerlo."

Eran un acicate para la mejora personal, no para "captar" o "agarrar" a cualquiera que se cruzase en nuestro paso. Claro que esa última forma de decirlo no tiene tanto gancho, y que otros con menos sentido pueden interpretar la arenga en plan "Santa Cruzada, ¡a por el sarraceno!". Admito que puede haber mejores formas de transmitir un mensaje de mayor dedicación, que no se preste a malinterpretaciones, y a lo mejor con otras personalidades y otros modos de estimular al personal así se hará.

¿A qué me llevaba eso? Para empezar, en vez de contentarme con sólo los tres o cuatro amigos íntimos que tuve durante mi infancia, a salir de mi caparazón y tener por lo menos quince amigos: cosa que me ha ayudado muchísimo, me ha hecho ser más gregario y expansivo, y me ha llevado a preocuparme de la gente que tengo a mi alrededor.

Ojo: "de esos quince, cuatro o cinco en medios de formación" -no sólo me parece una proporción bastante adecuada a mi ambiente, en el que un tercio de mis conocidos podría tener inquietudes religiosas y quisiera recibir más formación; además, la frase da por entendido que la mayoría de nuestros amigos NO estará en medios de formación. O sea, que nuestra amistad no está condicionada por que vengan al centro o no vengan, y se entiende que tendremos amigos por ahí fuera, más de la mitad de ellos, que no supongan ningún beneficio para la Prelatura: eso, para los que acusan a la Obra de actuar siempre por su propio interés y ganancia. Siendo numerario, yo tenía amigos judíos, hindúes, protestantes, Baha'i...(y los sigo teniendo); y nadie me dijo nunca que dejara de tratarlos o de hacer planes con ellos.

Y si Dios quiere conceder la vocación a uno o dos de mis amigos, que no sea yo el obstáculo que le aparte: que vea en mí a un amigo fiel, contento, servicial, buen estudiante, leal, alegre, piadoso, con corazón, sincero... Y si no vienen, pues a "no estar tranquilo": a ser más santo, a seguir intentando evangelizar mi ambiente, que siempre puedo mejorar. No me parece, este modo de comportarse, perverso o nocivo o enrevesado; más bien, idealista y entregado a la felicidad de los demás. Reconozco que puede haber abusos, sobre todo si no se tiene muy claro Quién concede la vocación; pero no tiene por qué haberlos.

Postdata a Mr. Proper:

Me has hecho reír con tu mensaje de ayer, en el que me acusas de "hacer judo con trampas" por no responder a todos y cada uno de los argumentos que se me lanzan. Vamos hombre, si el baremo es ése que tú das, responder a todos y cada uno de los argumentos que pululan por la web, entonces aquí "hacen judo con trampas" desde el primer Oreja que me respondió (el que tuvo que ponerse a leer Surco) hasta la buena de Rulo Loco -no se escapa ni Claudia, que aunque siempre me contesta con mucho detalle no termina de llegar al 100 por 100. Venga colega, no me exijas a mí lo que no se les exige a los demás, que además estoy bastante solo contra muchos y mis mensajes ya se alargan demasiado.

Y por cierto, aunque te hayas equivocado estrepitosamente en tus dos especulaciones públicas sobre mi persona (si dejé la Obra por que se me exigió el sacerdocio, hace unas semanas; y ahora, si soy una construcción dialéctica de la Prelatura), no me parece procedente que te erijas en juez de quién tiene derecho a intervenir y quién no, a no ser que seas el "Auriculum Maximum" de la web y a esta web le dé por lo que en mi país llamamos la censura.

Pero te preguntas por qué no respondo a todo, y te mereces una contestación: sí que respondo a muchas cosas, que me vienen de incontables direcciones; pero a otras no respondo o porque no tengo tiempo, o porque ya las he respondido en correos anteriores, o porque no son dignas de respuesta, o porque estoy de acuerdo con mi interlocutor y no hay motivo de discusión, o porque estoy preparando una respuesta futura, o porque -aunque no te lo parezca- no tengo respuestas para todo.

Tú quieres condenarme por mi silencio: si lees o ves "Un hombre para la eternidad", ahí tienes la gran defensa legal de Tomás Moro, al que no se le pudo condenar por haberse callado (antes de su condena, él nunca había criticado en público el divorcio de Enrique VIII y su rebelión contra Roma) sino por el perjurio de un oportunista. Hace una gran defensa de la santidad de la conciencia, arguyendo que a un hombre no se le pueda condenar por lo que piensa.

Mira: en algunos de mis correos sí que he mostrado cómo no me parecía bien cierto modo de proceder, cuando alguien relataba alguna acción reprobable de algún miembro concreto. También he dejado bien sentado cómo creo yo que se debían hacer algunas cosas: de ahí un lector perspicaz puede deducir lo que pienso si en algún caso particular no se vive algo como me parece que se debía vivir. Pero en lo que a mí respecta, consciente de mis propias limitaciones, prefiero no juzgar ni condenar a nadie abiertamente, y menos a una institución de la Iglesia ni a un fundador que pertenece a su santoral. Me merecen mucho respeto.

En un largo escrito intenté con más o menos fortuna discernir entre 1) las líneas maestras del espíritu de la Obra, 2) las prácticas fundamentales, 3) los criterios variables y 4) la aplicación puntual en momentos o circunstancias específicas. Entiendo que pueda haber críticas contra las dos últimas; pero en general, yo respeto, acepto y admiro las dos primeras, que no me parecen dañadas por los errores que puedan cometer criaturas débiles y falibles, a pesar del mucho dolor que pueden causar cuando por su condición de criaturas imperfectas manosean almas o cosas divinas. Pero de mi silencio, no has de asumir nada más que eso: silencio, la incógnita, no sabes lo que pienso, ni otorgo ni dejo de otorgar. Cuando mi conciencia me pida que defienda algo en público -como hice el otro día con lo que entiendo por la verdadera amistad -, lo haré. ¿Te parece?

Un abrazo,
José Carlos


José Carlos, yo también fui así


He leído estos días las cartas de José Carlos. Para él, todas esas cosas que nos han pasado a los que escribimos en esta página son circunstanciales, casos excepcionales, y no se deben extrapolar a toda la Obra. El piensa que la Obra es santa, como santo es su fundador, y que los perjuicios que se producen a terceros, si es que de verdad se producen, se deben a los defectos de algunas personas, que no viven de verdad el espíritu de la Obra.

José Carlos, te comprendo perfectamente, porque yo también pensé así muchos años después de dejar el Opus Dei. Aunque he cambiado poco a poco...

[...]

Por eso Jose Carlos, en los últimos tiempos he dejado de pensar como tú. Y estoy convencido de que tú, cuando pase el tiempo, y recapacites por ti mismo, y fuera ya de los esquemas mentales que te ha proporcionado tu estancia en la obra, te darás cuenta del daño que hace esta institución en sí, aparte del que hagan a título particular algunas personas. Es imposible que te lo explique. Tú sólo te darás cuenta. Seguro.

Un abrazo muy sincero, y todo mi apoyo.

(El correo completo de Gregory P. está colocado en Tus escritos y se titula "Nunca me sentí querido")


Yo también Bruto hijo mío!

Me llamo Pablo y tengo 39 años. Estuve unos dos años y medio ligado a un club del Opus Dei (1º, 2º y 3º de BUP) y me llegué a hacer numerario (PITÉ) después de estar en Roma en la concentración anual de estudiantes. Poco tiempo después, no recuerdo exactamente, lo dejé de forma radical por la presión a la que me fueron sometiendo poco a poco, para que renunciara a mi vida y les sirviera a ellos (No llegué a confirmar mi solicitud de adhesión, no me acuerdo cómo se llamaba ese acto). Me estuvieron presionando en todos los aspectos: llamadas continuas a mi casa, tanto telefónicas como a la puerta, intentaron crearme problemas de conciencia, te hacían el vacío manejando a mis propios compañeros del instituto, etc.

Antes de nada, reconozco que respeto la institución del Opus Dei en cuanto a sus ideales teóricos, que me parecen maravillosos y que pueden ser perfectamente los de cualquier católico. También me merecen mucho respeto algunas personas de dentro que son maravillosas y de verdad creen en esos ideales y, sobre todo, ¡INTENTAN PRACTICARLOS!.

Me parece penoso que intenten "comer el tarro" a chicos y chicas de entre 12 y 17 años para que se compromentan con ellos, cuando muchas veces no saben todavía lo que quieren estudiar o hacer en su vida. Además no se lo proponen a todo el mundo, sino sólo a los que son de buena familia y con un buen rendimiento escolar. También es importante no haber sido educado en malos ambientes y no decir tacos habitualmente. Es decir, captan a personas sin problemas y que puedan dar buenos rendimientos. ¡MENOS MAL QUE JESUCRISTO VINO AL MUNDO PARA SALVAR A LOS PECADORES!. Éste es el principal fallo que les veo en su apostolado seglar, su proselitismo salvaje hacia la gente que les interesa. Su corporativismo es fantastico, pues si te falta algo o necesitas trabajo o lo que sea, ellos te lo consiguen y te ayudan, más bien SE AYUDAN entre sí.

En resumen, no les soporto y he llegado a tener discusiones muy serias con familiares que pertenecen al Opus. Ultimamente estoy pensando en retomar mi actividad religiosa, pues Dios no tiene la culpa de tener seguidores tan fariseos, ya que hasta el día de hoy he sido "ATS" (sin ánimo de molestar), en lugar de practicante, porque la Iglesia como institución me defraudó tanto que no podía soportar su corrupción.

Perdonadme por el rollo que he soltado y recibid un fuerte abrazo.
Pablo


Hace algún tiempo me hablaron de vuestra Web y decidí visitarla. He leído muchos de los testimonios y he seguido algunas líneas de la correspondencia. Decir que lo he leído "con interés" sería demasiado poco, pues los temas que se tratan son vitales, tanto para los firmantes como para mí.

Me permito presentarme: soy Numerario desde hace casi 30 años y llevo 26 en Alemania. He ocupado diferentes cargos de dirección y, como os podréis imaginar, conozco al menos tan bien como vosotros la vida en la Obra. Quiero subrayar también que escribo a título exclusivamente personal. No lo hago por encargo de nadie.

Aunque quería escribir desde hace bastante tiempo, he preferido esperar, sobre todo, para adquirir claridad de porqué lo hago.

No tengo pensado dejar la Obra, ni quiero sabotear vuestra Web, ni me pongo al teclado para poner en duda la sinceridad de ninguno de los que escriben, por mucho que sus palabras difieran de mi experiencia y mi punto de vista. Cualquier testimonio personal es de por sí irrefutable (lo digo sin ningún tipo de ironía), pues recoge vivencias y experiencias intransferibles. A veces he pensado en puntualizar algunos datos o algunas afirmaciones -a mi parecer incorrectos- que aparecen en cartas o testimonios. Pero eso no llevaría a nada, salvo atraer hacia mí los "paquetes" que por ahora le caen a "José Carlos". Está claro que tengo una opinión muy concreta y personal sobre la mayoría de los temas tratados en la Web, pero probablemente no os interese conocerla.

¿Porqué escribo entonces, a una Web con una línea tan definida? Por dos razones.

Una de ellas es que, a excepción del citado "José Carlos", de cuya existencia en la vida real parecen dudar muchos de los visitantes, no he encontrado prácticamente opiniones positivas sobre la Obra en esa Web. Leyéndola se puede tener la impresión de que todos los que han dejado la Obra desde sus comienzos están de uñas con la Prelatura y con sus miembros, y viceversa: que desde la Obra se quiere ignorar u ocultar la existencia de ex-miembros.

Mi experiencia es muy distinta, en ambos casos.

Durante los años que llevo en la Obra he conocido a Numerarios, Agregados y Supernumerarios que han dejado la Obra. Muchos de ellos han hablado conmigo de sus motivos para dar ese paso, otros no. Pero puedo afirmar que la mayoría de las personas que yo he conocido y han dejado el Opus Dei, tras pocos o muchos años, lo han hecho sin rencores, y que muchos de ellos conservan su amistad conmigo, o con otros miembros de la Obra, a pesar de mantener posturas diversas. No pretendo decir que hayan dejado la Obra como quien cambia de sombrero, como si no hubiera pasado nada: es evidente que desvincularse de algo o de alguien por lo que se estaba dispuesto a dar la vida causa dolor, mucho dolor incluso. Este dolor, junto a la desilusión, se refleja en muchos de los testimonios y en la correspondencia de vuestra Web que, por este y por otros motivos, merecen todo mi respeto y mi comprensión. También esto lo digo sin ironía.

Yo siempre he evitado hablar de "culpas" en uno u otro sentido en mis conversaciones con personas que tenían previsto salir de la Obra. Las circunstancias de cada uno son muy complejas, y las acusaciones mutuas no sirven de nada, sobre todo en una situación de transición, acompañada siempre de emociones muy fuertes. Pero, una vez pasado el tiempo, todos reflexionamos sobre nuestra actuación y nos planteamos preguntas. Vuestra Web demuestra que las conclusiones que se sacan pueden ser muy variadas. No voy a citar aquí un texto que todos conocéis, pero para mí está claro que cualquier persona tiene al menos parte de la culpa si alguien en su cercanía no es feliz con lo que hace, o con la vida que lleva. Por mi parte, pido perdón como Alfredo (25-XI-2003) a todos los que hayan sufrido cerca de mí (por mi culpa, o por mi inadvertencia).

En opinión de algunos testimonios de vuestra Web, la "culpabilidad" queda claramente identificada: bien con personas concretas (directores a los distintos niveles), incapaces de entender lo que piensa o lo que siente un ser humano, bien con una malicia inherente a la organización, derivada de su misma idea fundacional o por perversión de la misma a lo largo del tiempo, o bien con una "trágica" ceguera, que lleva a personas supuestamente buenas a enajenar y a destruir vidas ajenas creyendo que hacen lo mejor para ellos. No me parece que la realidad sea tan sencilla.

El segundo motivo de esta carta me puede acarrear más palos, del "oreja de guardia" o de otros. Lo digo una sola vez, para no ponerme pesado y, si no se desea mi visita a esta Web, estoy dispuesto a coger el sombrero y a retirarme por donde he venido. He aprendido en la Obra, y procuro ponerlo en práctica dentro de mis limitaciones, que nadie que se acerque al Opus Dei debe irse sin un consuelo y una ayuda, espiritual y humana. Esta ayuda está a disposición de todos los que la deseen, también de los que se identifican con el título de vuestra Web. Yo y muchos otros en la Obra rezamos con frecuencia por todos los que han dejado la Obra. Para que puedan configurar su vida, para que sean felices, y para que encuentren a Dios en su nueva situación.

No quiero despedirme sin decir que también yo me he reído con la caricatura de Satur en el "Quién me ha visto y quién me ve", a pesar de la amargura que puede leerse entre las líneas. Y que me han dolido mucho algunas acusaciones "globales" en otros testimonios, que personalmente considero injustas, y sobre todo las graves acusaciones en relación con el sigilo sacramental, que tampoco acepto. Pero, como decía al principio, todos somos dueños de ver las cosas como las vemos en cada momento. Yo no pierdo la esperanza de que alguien cambie su opinión (aunque no sea por esta carta).

Javier Canals, Colonia (Alemania)

P.D. Si se publica mi mail, que se haga con mi nombre real (entiendo que otros actúen de otro modo)


Soñad y os quedaréis cortos: la pesadilla de Escrivá.

Queridos amigos:

Ante todo, les deseo un muy buen 2004. Luego de un tiempo de descanso, he retornado a la lectura de la WEB, y me ha llevado un par de días comenzar a interiorizarme de la correspondencia y materiales de este mes, ciertamente muy ricos e interesantes.

En primera instancia, deseo felicitar a EBE, sus escritos sobre Las redes del Opus Dei, y sobre el Planteo Radical en el Opus Dei, me parecen extraordinarios, verdaderamente notables.

Una breve cosa para José Carlos, o mejor, para satisfacer mi sentido de dignidad personal: José Carlos, tu cinismo no tiene límites, es realmente proverbial, me parece que con lo del "examen de conciencia" te pasaste, volver a leer ese lenguaje, ese fariseísmo tan típico de la Obra, resulta insultante... y yo al cielo de Escrivá no pienso ir, porque no creo en el dios de Escrivá, sino en el de Jesús de Nazaret... no se puede servir a dos señores, aunque tu "amadísimo fundador" se las haya arreglado para encender "una vela aquí y otra allá".

Me ha llamado fuertemente la atención en los últimos correos, la discusión acerca del número de "pitajes" que se estarían solicitando por parte del Prelado actual a los fieles de la Prelatura. Realmente esta gente no para de asombrarme... ahora se dedican a exigirle a Dios, que es quien da la vocación (por lo menos era así hasta el 2 de octubre de 1928, pero ahora quién sabe, han cambiado tantas cosas en la teología y aún en la doctrina católica, por mor del "iluminado" Escrivá), un número equis de "vocati"... el voluntarismo y el fanatismo de la Obra está intacto, son capaces de llevarse cualquier cosa por delante, como siempre, inclusive la gracia de Dios, claro, para qué quieren a Dios, si tienen el dinero, el poder, y además, la "verdad" enterita y sin mácula: allí van de triunfo en triunfo... y si algo les sale mal, o alguien osa criticarlos, serán cosas del diablo, pues ya se sabe, en la Obra está todo previsto, y lo previsto es infalible, por la farmacopea, y porque "obedeciendo uno no se equivoca", y porque "antes, más y mejor", y porque Escrivá le enmienda la plana a toda la Iglesia triunfante, y le complica la vida a la militante, o por lo menos, nos ha causado grandes amarguras a unos cuantos...

En fin, pero ahí sigue el "nuevo santo" y su Obra, listos para redimir a la Iglesia y a la Humanidad a sangre y fuego, pues por algo el señor fundador ha recibido el mayor cúmulo de "gracias" desde San Pablo hasta nuestros días... otra joya de la lobotomía opusina, increíble, me había olvidado de esa sentencia "ilustre".... Gracias a Dios nos fuimos, Gracias a Dios me fui.

Sigo preguntándome, amén de la muy oportuna interrogación de Satur: ¿Alguien sabe qué es el Opus Dei?, lo siguiente: ¿Para qué existe el Opus Dei, y cómo es posible un lugar como ese?. Debo decir que se cumple lo de Escrivá, "soñad y os quedaréis cortos", sí, una pesadilla con todos los condimentos, se queda chica, si uno se detiene a considerar los niveles de violencia, manipulación y mentira institucionalizados, cristalizados en el Opus Dei, metidos en el cuerpo y en el alma de sus miembros, hasta volverlos autómatas, hasta enloquecerlos, hasta inmunizarlos a las experiencias humanas más básicas.

Alguien podrá decir que estoy cargando las tintas, pero, si se hace el ejercicio de ver lo vivido personalmente y por otros en el Opus Dei, con una "distancia experimental", el golpe es fuerte, muy fuerte.

Finalmente, tal vez por la lectura continuada y "acumulada" de tanto material, no puedo evitar sentirme muy, pero muy cuestionada acerca de la impunidad con la que el Opus Dei actúa al interior de la Iglesia. Yo he escrito muchas veces en esta WEB acerca de temas relacionados con el vínculo entre la Obra y la Iglesia, y me pregunto continuamente cómo se hace para mantenerse en tanta ceguera, para dejar pasar, y dejar hacer cualquier barbaridad en cosas tan graves. ¿Hasta cuándo?.

Espero poder ampliar este último punto en estos días, pero no quería dejar de manifestarlo.

Les mando un fuerte abrazo,
Flavia

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