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CORRESPONDENCIA

 

Lunes, 20 de Enero de 2014



Continuador del Sucesor: Balance final.- Pinsapo

Como en muchas instituciones que alcanzan relevancia en la Iglesia, el Fundador de la obra fue esa persona de especial carisma y dotes de liderazgo capaz de lograr, cuando su proyecto no era nada, la adhesión sin reservas de un selecto grupo de jóvenes de gran valía humana, intelectual y socio-económica. El complemento ideal para este fundador de fuerte carácter fue el Sucesor, precisamente por sus amables formas que le hicieron ser el contrapeso perfecto y que le capacitaban como a nadie como hábil diplomático con las instituciones, gran cabeza para instaurar una estructura de gobierno sin opción a fisuras, una afabilidad que en las distancias cortas desarmaba cualquier perjuicio u objeción a la institución. Cabe hablar en realidad de dos cofundadores, o un mismo proyecto institucional completado con las diferentes visiones y modos de dos personas de cuya conjunción resultó el proyecto final. Y juntos arrastraron a miles de católicos en el mundo para su causa…



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El cambio profundo.- E.B.E.

Hace unos días, Haenobarbo me decía que las salitas de visitas no son otra cosa que el locutorio de los conventos, no sólo por la ubicación (a la entrada de las casas) sino por la función (las visitas no pueden visitar el resto del convento o clausura, como en los Centro de Estudios). Desde luego, a nadie se le explicaba esto. Lo que resulta antinatural para cualquier persona común, no lo es para todo aquel que se reconozca como religioso ni tampoco para sus familias que saben y aceptan su modo de vida conventual. Si uno va a un convento, sabe que no le dejarán pasar más allá de los límites de la clausura, pero si uno va a un centro del Opus Dei no se espera semejante situación. Las familias no lo entienden, y por lo tanto, muchas veces  no lo aceptan. Los miembros del Opus Dei tampoco lo entiende muy bien pero lo aceptan sin mucha resistencia...



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La importancia del oculto Decreto 6/99 del prelado.- JM

En el escrito de Josef Knecht del viernes se preguntaba acerca de los seis decretos del prelado que no se han publicado en Romana. De hecho son siete y no seis, seis son acerca de cuestiones que no importan mucho para los numerarios que no están en cargos de gobierno regional y de hecho en 2000 nos han dicho que los decretos eran acerca de cosas de gobierno y que por esto estarían solamente en las sedes de las delegaciones y comisiones regionales.

 

Pero hay una cosa que se omitió: el decreto 6/99 se dirige directamente a los numerarios pues cambia el Codex iuris particularis de forma que es "contra legis" porque añade obligaciones para los numerarios y adscritos: destino del sueldo, testamento y de los bienes patrimoniales.

 

JM





Más cambios en el espíritu y en la praxis del Opus Dei.- Josef Knecht

Las dos reflexiones recientes de E.B.E. (15.01.2014 y 17.01.2014) sobre los necesarios cambios de la praxis y del “espíritu” del Opus Dei meten el dedo en la llaga de los graves errores cometidos en esa institución. Me parece muy bien que E.B.E. se dirija sobre todo a los miembros del Opus, a quienes interpela con preguntas exhortando a la reflexión, advirtiéndoles que, mientras los cambios no sean de fondo, sino sólo cuestión de táctica y de imagen, la realidad de la Obra de Escrivá seguirá siendo la misma de siempre. Entre los cambios que se deberían acometer, me permito añadir uno que E.B.E. no ha incluido en sus dos aportaciones y que también supondría una mejora indudable del “espíritu”.

A partir de mi experiencia personal cuando milité en el Opus en los años 80 y 90 del siglo pasado, puedo asegurar que los directores y sacerdotes nunca me motivaron a que me dedicara a labores solidarias o altruistas de ayuda a pobres, personas necesitadas y países en vías de desarrollo. La dirección espiritual iba dirigida exclusivamente a que yo dedicara todo mi tiempo y poco dinero (más bien dinero de mis padres) al Opus Dei y sólo a él. Cuando los directores me encargaban que solicitara dinero a personas ricas, se trataba de cubrir objetivos económicos del propio Opus (recuerdo, por ejemplo, una campaña de financiación de la recién fundada Universidad de la Santa Cruz en Roma a finales de los 80). Invertir dinero, afanes y preocupación en iniciativas solidarias o caritativas no dirigidas por el Opus era visto como una peligrosa dispersión que distraía de la entrega plena del numerario a las labores apostólicas internas.

No se puede negar que muchas de estas labores promovidas por el Opus tienen una vertiente social y educativa clara, aunque no olvidemos que el IESE y el IPADE dan, más bien, todo su apoyo al desarrollo del capitalismo y neoliberalismo triunfante hoy en día y causante de tantos daños como la actual crisis económica y social. Pero, cuando un numerario o numeraria trabaja en esas labores, está programado para que se centre mucho más en su fidelidad personal al “espíritu” fundacional del Opus que en la ayuda desinteresada y evangélica en orden a la expansión del Reino de Dios en la tierra.

Vivir un auténtico espíritu cristiano supone, por el contrario, invertir el planteamiento anterior. Lo que de verdad importa es el Reino de Dios y su justicia (ayuda a los pobres, superación de las injusticias sociales, distribución solidaria de la prosperidad) y no el autobombo personal de quien se esfuerza por ser fiel a un “espíritu” o a un “fundador”. Ser cristiano es más una misión que un nombre. Lo importante no es la mediación institucional, sino el fin, esto es, el Reino de Dios, el cual exige una oración permanente y confiada a Dios Padre con la disposición a cumplir su voluntad, como enseña la oración del Padrenuestro. La falacia del “espíritu” de la Obra de Escrivá radica en que esa vivencia de la filiación divina, tan esencial en el Reino de Dios, se tergiversa desviándola a la filiación al “fundador”, a quien intencionadamente se llama con énfasis “nuestro Padre”. Y aquí volvemos a meter el dedo en la llaga de los graves errores del Opus Dei.

Siempre me ha llamado la atención que los Reglamentos (1941), las Constituciones (1950) y los actuales Estatutos (1983) apenas mencionen e incluso silencien, a la hora de enumerar las obligaciones espirituales y formativas de los miembros del Opus, la preocupación por la erradicación de la pobreza, la identificación con las necesidades de las personas sufrientes y marginadas, la solidaridad con las misiones que la Iglesia promueve en países subdesarrollados. Mi propuesta de renovación del “espíritu” del Opus Dei va en esa dirección. Por eso, añado al largo listado de preguntas de E.B.E. (15.01.2014), dirigidas a miembros de la Obra de Escrivá, las siguientes:

● ¿Pueden numerarios y agregados, como hacen muchos cristianos corrientes en medio del mundo, dedicar tiempo, dinero y esfuerzo a iniciativas o asociaciones humanitarias que promuevan la justicia social y los derechos humanos? Esta pregunta es también válida, por supuesto, para los ex miembros.

● ¿Pueden los miembros del Opus Dei cuestionarse si el IESE y el IPADE son de veras fieles a las exigencias evangélicas del Reino de Dios o, por el contrario, se acomodan a las leyes del capitalismo, tantas veces injusto?

Siguiendo esta línea de actuación, se impulsaría una auténtica reforma del espíritu y la praxis del Opus Dei.

Josef Knecht




 

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