Comentarios a los Reglamentos del Opus Dei como Pía Unión (2)

 

II. RÉGIMEN

(1ª Parte: aa. 1-13)

 

Comenzamos el comentario de los anexos al Reglamento de 1941, que recomiendo leer situándose intelectualmente en el año 1941 y como alguien que con la mejor intención está tratando de entender la Obra, sin saber previamente nada de ella y que ya ha leído todo y sólo el "Reglamento". 

 

Empiezo por el primero de los anexos, titulado Régimen. Su autenticidad está fuera de duda porque su contenido puede contrastarse con las abundantes citas que hace de él El itinerario jurídico del Opus Dei, que menciona sus artículos 1, 2, 4, 7, 8, 12, 13, 14, 15, 19, 22, 24, 27, 31, 39, 40 (cfr. pp. 93-110).

 

Digo lo anterior porque su contenido contrasta mucho con lo que luego aseguraría Escrivá años después: tanto que los autores de El itinerario jurídico… evitan citar textualmente sus artículos y lo presentan como un desarrollo de lo dicho en el Reglamento: «El juego entre esos diversos documentos –sostiene El itinerario… -era claro: el Reglamento ofrecía, de forma breve, una visión general del Opus Dei, de los fines a los que se ordena y de las personas que lo integran, así como de los órganos de representación y otros aspectos requeridos por la legislación civil vigente entonces en España; los demás documentos detallaban y ampliaban esa visión general, concretando diversos puntos sobre régimen de gobierno, prácticas de piedad, espíritu, reuniones periódicas de formación, etc.» (p. 92). Pero, como se irá poniendo de relieve al examinar la textualidad de los artículos, nada de eso es cierto.

 

Además, los autores sostienen que el carácter secular de la Obra y su fisonomía como difusora de la llamada universal a la santificación quedan muy claros en estos documentos. ¿Por qué, entonces, ocultan, por ejemplo, las afirmaciones y expresiones propias de la vida consagrada; las que hablan de que el objetivo de la Obra es hacer «el apostolado desde los cargos oficiales de la administración pública» (Régimen, a. 1 § 2); las que excluyen de ese camino de santidad a los conversos y a los cristianos con pocas generaciones de católicos entre sus ascendientes; o las que priorizan el apostolado con los universitarios y a las profesiones altas en detrimento del interés por todas las personas, con independencia de su relevancia social?

 

No parece científicamente riguroso que, tomando de aquí y de allá, esos autores hayan realizado una teorización sobre una supuesta visión de la Obra en estos Reglamentos, como promotora de la llamada a santificarse en el propio estado, que constituye una alternancia histórica (una reinterpretación del estatuto de 1941 desde planteamientos que Escrivá no haría hasta los años sesenta), y que es apriorística, no científica, en cuanto efectúa una exégesis que se aparta de la textualidad de los datos.

 

Todo esto parece muy importante para entender que las faltas de secularidad que padecen los miembros de la Obra, sobre todo los célibes, no obedecen a desviaciones del espíritu del fundador, que podrán remediarse más adelante, en cuanto se adviertan: Portillo y Echevarría no han malinterpretado el espíritu del fundador, como a veces piensan los miembros que se quejan de faltas de secularidad. Estos sucesores de Escrivá han sido fieles seguidores de una hoja de ruta que sólo es secular en su propaganda y en sus formas.

 

Por la extensión del texto, hemos dividido en dos partes este comentario sobre el Régimen. En esta primera nos vamos a encontrar sustancialmente con una organización de personas que siguen una vida semejante a la de los religiosos, pero que han de atenerse a unas formas seculares y a la ocultación de su compromiso en la Obra, para poder cumplir el objetivo de evangelizar desde los cargos públicos; dejando para la segunda parte lo referente a la organización jerárquica de la Obra y a las sociedades auxiliares que establece para alcanzar el objetivo de influir cristianamente en los ámbitos de poder.

 

[nº 5]

 

FINES Y MEDIOS

 

Art.  1.

1.  El Opus Dei busca la santificación de sus miembros y la salvación de las almas.

 

Hay que advertir que este artículo declara como fin del Opus Dei no ya la santificación de sus socios mediante el trabajo profesional, como dice el Reglamento, sino que añade y quita algo. Quita "mediante el trabajo profesional", y añade "la salvación de las almas." Por tanto, en este artículo Escrivá intenta referirse sobre todo a la segunda parte, a la salvación de las almas, es decir, al apostolado. Para ello parece requerir una plataforma  ("desde"). Y, ¿cuál es la plataforma elegida? Sorpresa: no es lo que esperaríamos de personas que han de vivir el cristianismo, es decir la identificación con Jesucristo, en su vida. La plataforma que Escrivá prefiere es la posición de autoridad o poder humanos, y especialmente aquello que tenga relación con el gobierno o administración de la nación en que viven. No veo criticable que, si alguien está situado en una posición de autoridad, pueda usar de ella como medio auxiliar y subordinado para el apostolado. Pero el quid es el adverbio "ordinariamente". Si "algo" debe ser ordinario entre los socios quiere decir que los socios han de elegirse de manera preferente entre aquellas personas que, o ya poseen ese "algo", o se prevé que lo puedan conseguir sin especial dificultad.

Es decir, resulta muy significativo que en este primer anexo al Reglamento, en que el fundador se expresa ya con la claridad que falta en él, señale como fin de la Obra “la santificación de los miembros y la salvación de las almas”. Pues, al ser este fin algo tan genérico, común a todas las instituciones eclesiales, confiere al epígrafe 2 un mayor realce, en cuando definitorio de lo específico de la Obra: esa santificación y ese apostolado se buscarán a través de cargos de la administración pública. En otros artículos de este anexo y en otros anexos del Reglamento se hablará de influir en todos los ambientes sociales. Pero el fundador deja claro que lo más prioritario y específico de su Obra es hacerse presente en “los cargos oficiales de la administración pública”.

            Esta interpretación está corroborada por el modo como, dos años más tarde, el fundador expondría los fines de la Obra en el n. 2 de los Lineamenta generalia que presenta al Obispo de Madrid-Alcalá para su aprobación como Sociedad de vida común sin votos: «Su fin general es la santificación de los miembros por el ejercicio de los consejos evangélicos y la observancia de las propias constituciones; y su fin específico es trabajar para que la parte intelectual y directiva de la sociedad se adhiera a los preceptos y consejos de nuestro Señor Jesucristo» (cit. en El itinerario…, p. 579. La traducción del latín y los subrayados son míos).

            ¿Dónde queda aquí su supuesta preocupación por los pobres y enfermos de los suburbios de Madrid, de la que hizo gala toda su vida y que aparece en su Curriculum vitae, enviado por el Obispo de Madrid-Alcalá a la Santa Sede el 28-VIII-1943 (cf. El itinerario jurídico…, pp. 589-590)? Escrivá realizó ese apostolado desde su llegada a Madrid en 1927 hasta 1931 porque era su obligación en el único cargo pastoral que tenía en Madrid, de capellán de las Damas Apostólicas, que se dedicaban a eso. Si lo hubiera hecho porque le interesaran los pobres y los enfermos, no se habría olvidado de ellos a partir de ese momento, ni habría planteado las Visitas a los pobres con los chicos de san Rafael, no como una ayuda a los necesitados, sino como un medio de despertar la generosidad de los muchachos.

 

2.  Los socios ejercitan ordinariamente el apostolado desde los cargos oficiales de la administración pública, cargos que han de servir siempre con lealtad ejemplar.

 

Lealtad: Es curioso que la lealtad la presente como un plus, un añadido, y no como algo que se ha de dar por supuesto. Además, ¿lealtad a quién: al Estado o a los Directores de la Obra?

Cargos oficiales de la administración pública: Esta indicación explica la estrategia evangelizadora que planteó el fundador desde el principio, en consonancia con la mentalidad de una época en que la Iglesia acababa de perder poder temporal y muchos suspiraban por su recuperación: alcanzar los puestos altos de la sociedad para evangelizar desde las estructuras sociales. Un modo de integrismo católico, como atinadamente diagnosticó en 1963 el gran teólogo y luego cardenal Hans Urs von Balthasar. Esta estrategia nunca ha variado, aunque inicialmente se plasmara en múltiples iniciativas políticas (copar cátedras, promover entidades financieras, fundar periódicos, revistas y editoriales, etc.) y -a partir del quirógrafo de Pablo VI en que les prohibía una participación organizada en política- en la fundación de universidades y colegios de enseñanza media dirigidos a las clases pudientes.

            En efecto, el 1.X.1964 Pablo VI entregó un Quirógrafo al fundador en una audiencia que le concedió. De este documento Escrivá sólo informó a los miembros de la Obra acerca del último párrafo, que era el único de carácter laudatorio y que decía así: «En sus palabras hemos advertido la vibración del espíritu encendido y generoso de toda la Institución, nacida en este tiempo nuestro como expresión de la perenne juventud de la Iglesia (…). Consideramos con paterna satisfacción cuanto el Opus Dei ha realizado y realiza por el Reino de Dios; el deseo de hacer el bien, que lo guía; el amor encendido a la Iglesia y a su Cabeza visible, que lo distingue; el celo ardiente por las almas, que lo empuja hacia los arduos y difíciles caminos del apostolado de presencia y de testimonio en todos los sectores de la vida contemporánea» (cit. en Ana SASTRE, Tiempo de caminar, p. 484).

Pero Escrivá ocultó a sus hijos toda la primera parte del escrito, que era el objeto del Quirógrafo, en que recriminaba al Opus Dei:  1°) su falta de debida vinculación y obediencia a los respectivos obispos donde estaban radicadas las casas o fundaciones de la Obra;  2°) en cuanto a la pobreza, que habían de guardarla con el mayor  celo  y que evitasen toda ostentación y exceso que pudiera escandalizar a los fieles y en general a toda la gente; y  3°) que se abstuvieran de promover institucionalmente la ocupación de cargos políticos o de influencia, descartando toda ambición política y de poder, control o propaganda u ostentación. De nada de esto fuimos informados los miembros de la Obra, a quienes sólo se nos transmitió el susodicho párrafo laudatorio final.

Alberto  Moncada, en Historia oral del Opus Dei, en el capítulo dedicado al Opus Dei y los negocios, narra detalladamente por qué aquellos montajes no funcionaban. Con lo que hubo que acudir a promover iniciativas que ya hacían otras instituciones, como los colegios de segunda enseñanza. Esto, unido a la recriminación de Pablo VI, ocasionó que, a partir de entonces, la Obra pasara a centrarse en las labores de enseñanza, de las que ya había promovido algunas, como principal medio de penetración social: Fomento de Centros de Enseñanza comienza en 1963.  Eso sí, siempre ateniéndose al criterio de la humildad colectiva (entiéndase secreto), citado en el artículo 12 del capítulo I, para que no fuera la Obra quien apareciera como responsable de esas iniciativas, y dando lugar a tantas entidades que son pero no son, esto es, que de hecho dirigen los Directores del Opus pero que ellos aseguran que no son del Opus: toda una red secreta de poder que acertadamente fue denominada en España como masonería blanca.

 

3. La vida interior y la formación intelectual, son los medios que emplean los socios del Opus Dei para conseguir sus fines; más una discreción, que nunca es misterio ni secreteo, sino lo natural de una obra que por ser sobrenatural debe ser modesta.

 

Esta apelación al secreto manifiesta un reconocimiento de una mala conciencia con respecto a los medios que acaba de proponer, como admitiendo que, si alguien conociera estos textos, pensaría mal de la Obra.

Además, el intento de disimular el secretismo so pretexto de modestia, no puede ser más inaceptable: pues “la humildad, decía santa Teresa de Jesús, es andar en verdad. Y está claro que tanta doblez no puede ser propia de una obra de Dios, y que por tanto desdice del supuesto carácter sobrenatural de la Obra de Escrivá.

 

CLASES DE SOCIOS

 

Art. 2.

1. Hay tres clases de socios en el Opus Dei: 1/ inscritos 2/ supernumerarios; y 3/ numerarios.

 

Como ya se ha dicho al comentar el Reglamento, esta terminología fue variando con el tiempo. Por ejemplo, en los Lineamenta generalia que se presentaron para la aprobación de la Obra como Sociedad de vida común sin votos en 1943, los inscritos pasan a llamarse supernumerarios, los supernumerarios se denominan como numerarios, y los numerarios como electos (cfr. n. 9, cit. en El Itinerario jurídico…, p. 580).

En las Constituciones de la Obra como Instituto secular de 1950, los inscritos aparecen como supernumerarios, los supernumerarios como numerarios, y los numerarios como inscritos. Y aparece la figura de los oblatos, que más tarde se llamarían agregados, cuya inexistencia hasta entonces muestra que la idea original de Escrivá para los varones no contemplaba las profesiones no intelectuales. Pues no puede decirse que Escrivá se estaba ciñendo a la realidad de la Obra en esos momentos, porque los autores del El Itinerario jurídico…, examinando el conjunto del documento, afirman que los reglamentos del 41 no se limitan al momento presente de expansión de la Obra, sino que «van mucho más allá: están concebidos pensando no sólo en lo ya existente, sino en lo que vendrá» (p. 93).

 

2.  En la primera clase, pueden ser admitidos varones y mujeres, casados y célibes. A la segunda clase, pueden pertenecer varones y mujeres, mientras permanezcan célibes. Para la terce­ra clase, solamente pueden ser elegidos los varones que estén ya en la segunda clase.

 

Adviértase que a la primera clase pueden ser "admitidos", a la segunda pueden "pertenecer", y a la tercera pueden ser "elegidos".

 

Art.  3.

Las socias supernumerarias pueden dedicarse en general a los apostolados propios del espíritu del Opus Dei, y entonces se llaman simplemente supernumerarias; o se dedican exclusivamente al servicio doméstico, en las actividades que lleven los socios del Opus Dei, y son y se las llama sirvientas.

 

El hecho de que en esos momentos, en que toda su atención estaba centrada en los altos puestos de la sociedad, estableciera que hubiera una clase de asociadas que fueran y se llamaran sirvientas, muestra que con ello no buscaba promover la dignificación humana y cristiana de las empleadas de hogar, sino de contar con un colectivo de sirvientas de confianza y barato (no se las ha dado de alta en la seguridad Social, en el Régimen Especial del Servicio Doméstico, hasta tiempos muy recientes en que, por denuncias, empezaron a producirse inspecciones por parte de la Administración del Estado), que garantizara el confort de los que viven en los centros de la Obra.

 

Art. 4.

Los socios supernumerarios, ellos y ellas, pueden consagrarse al servicio de la Obra por un tiempo determinado, y entonces se dice que hicieron su oblación, o perpetuamente, y en este caso se dice que hicieron su fidelidad.

 

Llama la atención que aquí no se mencionen para nada los votos que Escrivá obligó a hacer a los miembros desde marzo de 1934, y que no desaparecerían hasta el 19 de marzo de 1983 en que la Obra fue erigida en Prelatura personal (cfr. El itinerario jurídico…, p. 69). Escrivá aseguraba que no le interesaban los votos, pero que había tenido que tolerarlos porque se los impusieron. Pero eso no es cierto: en marzo de 1934 no había ningún marco jurídico y él los estableció "por un motivo psicológico", es decir, «para facilitar que quienes llegaban al Opus Dei adquirieran conciencia del compromiso asumido» (ibidem); el estatuto de Pía Unión de 1941 tampoco requería los votos; ni el de Sociedad de vida común sin votos, que tuvo desde 1943; ni siquiera el de Instituto secular, a partir de 1947. Pero Escrivá los mantuvo y en el Congreso General sobre el Estado de Perfección, Roma 1950, Álvaro Portillo hasta se ufanaba de ser un Instituto secular más exigente que otros, en el sentido de que, pudiendo haber adaptado «el modo de vida de los numerarios, como lo permitía la Constitución Provida Mater Ecclesia, a unos parámetros seculares (sin votos, sin vida en común, etc.), no quisieron hacerlo, sino que optaron por el modelo más riguroso y más parecido al de los religiosos, salvo en la vestimenta» (Acerca de la fundación del Opus Dei).

Destaco la palabra consagrarse, para hacer notar que la terminología de Escrivá no se aleja para nada de la empleada en los ámbitos de los institutos religiosos. Como puede comprobarse, esta expresión se repite recurrentemente en los anexos. Lo cual muestra que Escrivá carecía de una luz fundacional que le ayudara a discernir lo que era o no acorde con la secularidad que tanto preconizaba años después.

Tan chocante es esta carencia, agravada por otras expresiones que iré comentando, que los autores de El Itinerario jurídico… ponen todo su interés en subrayar el carácter secular de estos reglamentos, justificando las afirmaciones discordantes, que evitan mencionar expresamente, como concesiones que Escrivá tuvo hacer para que pudiera entenderse la seriedad del compromiso de los miembros de la novedosa institución que él estaba promoviendo (cfr. pp. 86-90). No parece que fuera así, porque de serlo, no habría sido tan reiterativo en las concesiones y, desde luego, no habría empeorado aún más el problema dos años después al redactar los Lineamenta generalia de la Obra para su aprobación como Sociedad de vida común sin votos, al afirmar que el fin general de la Obra era “la santificación de sus miembros por el ejercicio de los consejos evangélicos y la observancia de las propias constituciones” (a. 2, cit. en El itinerario…, p. 579); o que “para la dimisión de los miembros después de su incorporación, se aplican congrua congruis referendo los cánones relativos  a la dimisión de los religiosos” (a. 18, cit en ibidem, p. 581. La traducción del latín es mía); o que “todas las semanas se celebra el Círculo breve, que en cierto modo puede asimilarse al capítulo de culpas que tienen algunos religiosos” (n. 24, cit. en ibidem, p. 582. La traducción del latín es mía).

Tampoco cabe justificar estas incoherencias diciendo que Escrivá tuvo que actuar con rapidez para responder a la petición del obispo de que le presentara los reglamentos, o que al hacerlo tuvo que acomodarse a la legislación vigente. No fue así, pues un año antes el obispo ya le había pedido que se los entregara; y es evidente que los anexos no estuvieron condicionados por el estatuto de Pía Unión (cfr. ibidem, pp. 82-88).

Por otra parte, resulta llamativo que diga que esa consagración no es a Dios en la Obra sino a la Obra.

 

 

ADMISIÓN Y SALIDA DE LOS SOCIOS

 

Art. 5.          

1. Nadie  será recibido en el Opus Dei sin haber antes colaborado, por algún tiempo, en alguno  de los apostolados  que  los

[nº 6]

 

socios desarrollan.

2. No podrán ser recibidos, en la Obra quienes no tengan en su ascendencia inmediata tres generaciones de católicos, siquiera por una de las ramas paterna o materna.

 

Este requisito se mantiene todavía en los Lineamenta generalia que presenta al obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá en 1943 para la aprobación de la Obra como Sociedad de vida común sin votos (cfr. n. 14, cit. en El itinerario…, p. 581). ¡Vaya con la mentalidad elitista del fundador! ¿Dónde está la iluminación que le habría llevado a alejarse de antiguas tradiciones eclesiásticas relativas a la selección de los candidatos al sacerdocio? ¿Dónde queda la tan preconizada luego llamada universal a la santidad?

En esta exigencia de “pureza de sangre” se adivina una especie de orgullo, frecuente en el trastorno narcisista, de poder presumir de sus seguidores, seleccionados con la mayor exquisitez; y recuerda, en parte, la redacción del punto 115 de camino, que desde la edición de 1939 hasta la del año 1955 decía: “Minutos de silencio. -Quédese esto para ateos, masones y protestantes, que tienen el corazón seco. Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos”. A partir de 1955 se modificó la redacción de este punto 115. Y es que desde el año 1939 hasta el 1941 hay poco tiempo de distancia.

 

3. Tampoco podrán ser admitidos quienes hayan recibido el bautismo siendo adultos.

 

Este requisito también se mantiene aún en los Lineamenta generalia que Escrivá presentó al obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá en 1943 para la aprobación de la Obra como Sociedad de vida común sin votos (cfr. ibidem). Comporta una cierta equiparación entre pertenecer al Opus Dei y pertenecer al estado clerical, ya que ser neófito es impedimento para ser sacerdote conforme al c. 1042. Los del Opus Dei no son cristianos corrientes, parece ser la moraleja. Lo cual está en consonancia con el hecho de que, en las Constituciones de 1950 se dice que “los socios laicos disfrutan como individuos de los derechos y privilegios de los clérigos y no están subordinados a los cargos clericales” (n. 2).

Estas dos afirmaciones de los apartados 2 y 3 de este artículo 5, en que da a entender que no pueden ser católicos pata negra quienes no cuenten con una tradición familiar y una vivencia cristiana desde la infancia, también se contradecirá luego con su predicación posterior, en que afirmaría que parte del apostolado de los miembros de la Obra habría de dirigirse a que muchos que fueron bautizados siendo niños, de mayores redescubrieran su vocación cristiana, porque de pequeños no se habían enterado. ¿Qué es lo que realmente Escrivá vio el 2 de octubre de 1928? No parece extraño que destruyera selectivamente sus apuntes íntimos fundacionales: las catalinas anteriores al 1 de marzo de 1930.

 

Art. 6.

1. Procuren los Superiores de la Obra no expulsar a ninguno de los socios.

2. Facilítese la salida a quienes pierdan el espíritu.

 

Esto es lo que se ha hecho siempre: o se les pone un puente de plata para que sean ellos los que se vayan (apartado 2), o se les despide (apartado 3).

Y, ¿qué es para el fundador perder el espíritu? Es perder la sumisión intelectual, la dependencia psicológica, ser críticos, etc. Así lo había explicado dos años antes en Camino: «Obedecer en tu apostolado..., el único camino: porque en una obra de Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse” (n. 941). A éstos se les despide (punto 3), contradiciendo el punto 1.

Copio un párrafo de coplasuelta: «Es curioso que para formar parte de ese grupo, copia a las formas de organización de partidos de masas, lo primero y único indispensable es que se pierda la dignidad, que se traduzca el negarse a sí mismo por la infantilización que producen las reducciones ideológicas. El grupo lo es todo, lo consigue todo, la victoria final es inevitable, tiene la llave de la interpretación de toda ciencia, conocimiento y acción. Uno pierde su valor como persona por pertenecer al todo, al que llevará a la Humanidad a la felicidad absoluta. Como el hombre, para la desgracia de estos totalitarios, vive en la soberbia y rebeldía sólo queda obligar y someter a todos por la fuerza. Esa fuerza puede ser con violencia moral, física o con la opresión de las mayorías. Y de esto tenemos ejemplos en la colaboración cruel y torticera de prelaturos y de otros grupos de "verdaderos creyentes"».

 

3. Si perdido el espíritu, no quisieran voluntariamente salir de la Obra, se procederá a despedirles con mucha caridad.

 

Indudablemente, la caridad no ha caracterizado el modo en que los Directores de la Obra tratan a los que la dejan: en lo humano, los tratan como proscritos; y en lo económico, dejan en el más absoluto abandono a tantos que trabajaron profesionalmente en tareas internas.

 

 

DE LOS SACERDOTES

 

Art. 7.

1.  Los socios del Opus Dei, que reciban la ordenación sacerdotal, se dedicarán especialmente a la formación espiritual de los demás miembros de la Obra.

 

Parece que Escrivá, que desde el mes y medio de ordenación sacerdotal vivió al margen de los cauces propios de los sacerdotes diocesanos, está proyectando su enfoque sacerdotal en los futuros sacerdotes de la Obra.

 

2.  Se atendrán, para su vida interior y trabajo apostólico al Reglamento, Régimen, Orden, Costumbres, Espíritu y Ceremonial del Opus Dei y a normas especiales.

 

¿De qué normas especiales está hablando? Esta frase delata lo que siempre sería el modo de funcionar de Escrivá: una cosa era lo oficial y otra, las normas especiales que no habían sido sometidas a la autoridad eclesiástica: como las contenidas en los actuales reglamentos secretos de la Obra, que al haber sido denunciados ante la Santa Sede, los directores de la Obra están procurando hacer desaparecer, llegando a demandar judicialmente a Opuslibros por haber publicado unos reglamentos de una institución pública de la Iglesia.

 

CARACTERÍSTICAS

 

Art. 8.

1.  El Opus Dei no tiene actividades exteriores de ningún género; exclusivamente se preocupa de la formación de sus miembros.

 

Aquí ya se ve la hoja de ruta a la que siempre se atuvo el fundador: no reconocer como propias ni las actividades externas que promueve el Opus Dei ni la titularidad de los inmuebles que éste usa para esos fines. Y constituye una notable muestra de su intención de realizar una organización secreta y peligrosamente ligada a poderes humanos, como procedimiento para penetrar en los estratos altos de la sociedad y evangelizar desde allí: propósito que podía ser buscado con una intención recta pero que, desde luego, no es nada evangélica.

 

2.  Todos los trabajos apostólicos de los socios del Opus Dei (la Obra no actúa: como si no existiera) se ejercitarán inmediatamente  a través  de las actividades oficiales públicas, o mediante  asociaciones legales que  oportunamente  constituirán los socios, adaptándose siempre a las circunstancias de los tiempos y lugares, sin uniformidad.

 

O sea, que se trata de introducirse en las instancias públicas para, manteniéndose la Obra en la sombra, convertirse en un grupo de presión. Lo cual suena a estrategia, más que a Evangelio o a Iglesia.

    Éste sería siempre su procedimiento: con los cambios de configuración jurídica habrán cambiado algunos aspectos concretos de los reglamentos de la Obra; pero este modo de proceder siempre se mantendría.

   Por eso, leyendo esto y pensando en la Intención mensual general (Rogad a Dios nuestro Señor, para que la opinión pública reconozca el carácter exclusivamente sobrenatural de la Obra y que es completamente falso e infundado que ésta tenga ninguna vinculación con las actividades políticas, profesionales de sus miembros…) que nos obligaron a repetir desde 1964 (en que Pablo VI, según se ha explicado ya en el artículo 1 § 2, requirió en un Quirógrafo al fundador a cesar en su intervención organizada en política), servidor no consigue evitar la indignación cuando piensa en las veces que, siguiendo de buena fe aquella consigna, estuvo asegurando a sus conocidos que estaban equivocados, porque la Obra no tenía nada que ver con la política.

   Y desde luego, no consigo hacerme una idea de lo que pasaría por la mente de los que pitaron antes de 1964, y que habían estado hasta ese momento en múltiples movidas de signo político.

 

Art. 9.

1. Los socios supernumerarios y los numerarios, sin merma de los dulcísimos deberes del cuarto Mandamiento, se obligan a

[nº 7]

 

permanecer con respecto a su familia de sangre, como si fueran religiosos, y vivirán de  ordinario  separados  de   su familia, para que puedan dedicarse con más intensidad al apostolado.

 

Como si fueran religiosos: Más claro no lo pudo decir: l@s que actualmente se llaman Numerari@s se les imponía un régimen propio de los religiosos. Y ésta ha sido una de las principales causas del elevado índice de enfermedades psíquicas entre l@s Numerari@s de la Obra: personas que entraron convencidos de que venían a santificarse en medio del mundo, iguales a los demás, pero que luego veían recortadas sus relaciones con su familia, con sus amigos, su profesión, etc. Y es que la secularidad de la vida en la Obra nunca perteneció al contenido del régimen de vida de sus miembros célibes, sino sólo a las formas que deben guardarse como estrategia que posibilite el objetivo de influir en la vida pública.

Separados  de   su familia: hay que advertir lo que no se dice. Se dice que "vivirán de ordinario separados de su familia", pero no dice que "vivirán de ordinario en centros de la Obra.

El fundador se llevó a Roma a Tía Carmen y Tío Santiago -sus hermanos-, a los que nada se les había perdido allí. Otros también tuvimos que estar en Roma; pero no nos llevamos allí a nuestras familias. Y, desde luego, los acontecimientos de nuestros familiares no aparecieron reseñados y relatados detalladamente en Crónica o Noticias, como los de Carmen Escrivá.

 

2.  E1 Opus Dei cuidará de que sean atendidos económicamente, con generosidad, los padres de los socios supernumerarios y numerarios, siempre que lo necesiten; sin que esto suponga para la Obra una obligación jurídica.

 

Leyendo esto con ojos de 1941, el lector se preguntaría por qué la coletilla de la no obligación jurídica, que puede interpretarse como que serán atendidos con generosidad si es posible, si el socio ha prestado suficientes servicios o aportado suficiente dinero, si los directores no tienen otros planes que podrían quedar dificultados por esa carga, si... En todo caso, llama la atención que no quiera reconocer como de justicia que, si a los miembros que entregan todos sus ingresos les surge el deber de ayudar a sus padres, la Obra ha de ayudarlos.

 

Art. 10      

Los socios del Opus Dei manifestarán con su conducta, en todo momento, su afecto, obediencia y reverencia al Rvmo. Ordinario de la Diócesis en que tengan la residencia personal.

 

¿Cómo van a manifestarlo si se les aísla de toda relación con la pastoral diocesana?

 

 

PATRONOS

 

Art. 11.

1. Son Patronos del Opus Dei los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael; los Apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan.

2. Al patrocinio de San Rafael y San Juan está encomendado todo el trabajo de los socios del Opus Dei con la juventud.

3. Al patrocinio de San Gabriel y San Pablo, las actividades que tienden a conservar como colaboradores, en las empresas apostólicas, a quienes habiendo recibido su formación de los socios del Opus Dei no se sienten llamados a consagrar su vida a la Obra.

 

Destaco el término para subrayar nuevamente el planteamiento tan poco secular que Escrivá tuvo en los primeros años de su fundación: consagrarse, vivir como religiosos, etc. Examinando estos textos se llega a la conclusión de que, como venimos diciendo, para Escrivá la secularidad era una estrategia para poder ocupar cargos públicos sin llamar la atención. Pero la sustancia de la entrega que él concibe para sus hijos coincide con la de los consagrados. Y esto pone en cuestión sus afirmaciones sobre el supuesto carisma que recibió el 2 de octubre de 1928. ¿Qué es lo que en realidad vio, cuando luego dio tantos bandazos teológicos y jurídicos? Si hubiera visto algo, habría mantenido una línea coherente, y no esas variaciones teológicas y esos bandazos jurídicos en función de los oportunismos que le movían cada vez. No me extraña que destruyera los apuntes íntimos de la época de la fundación y que nunca diera explicaciones sobre el contenido de la supuesta inspiración de aquel 2 de octubre de 1928.

 

4. Al patrocinio de San Miguel y San Pedro están especialmente encomendados los socios mismos del Opus Dei.

 

Art. 12.

1. Entre los socios varones la obra de San Rafael se dirige a los jóvenes estudiantes universitarios o alumnos de Escuelas Superiores. Es el más poderoso medio de trabajo y, por decirlo así, el semillero de la Obra.

 

Varones: Ya se ve que no había superado la actitud que le llevó a escribir en 1930 que nunca, ni de broma, habría mujeres en el Opus y, en el n. 946 de Camino: «Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios —ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas— habéis de ser espirituales…».

 Universitarios: No se limita a decir estudiantes, sino universitarios: se entiende que para conseguir que pudieran ocupar "ordinariamente cargos oficiales de la administración pública". ¿Dónde está la llamada universal a la santidad? Los que le interesan son los que luego puedan alcanzar un nivel social elevado.

Por lo demás, ¡qué diferencia entre aquellos tiempos, en que los miembros eran capaces de hacer apostolado en la universidad, y lo que sucedería desde los años 70, en que se abandonó la Universidad para dedicarse a los niños y muchachos de los colegios.

Semillero: Esto muestra que, desde los inicios, concibió la labor con la juventud no como un servicio desinteresado a los jóvenes, sino como un medio para reclutar gente joven.

Poderoso medio de trabajo: Suena a inquietantes  y oscuros objetivos.

 

2. La Obra de San Gabriel, al servirse de colaboradores, a quienes da criterio católico profesional, etc., actúa en las distintas capas sociales  ramificándose en ellas.

 

Una vez más, Escrivá revela su interés, más que por formar cristianos en todas los ambientes sociales, por ir penetrando en los distintos ambientes profesionales: como de hecho hizo y puede verse en el Anexo sobre “Socios militantes y simpatizantes del Opus Dei”, que aparece en el libro de Jesús Infante, La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia. Ed. Ruedo Ibérico, París 1970, pp. I-LXXII.

Este libro contiene una información muy valiosa, aunque a veces presente interpretaciones poco rigurosas de esos datos que aporta, debido a que ha sido escrito por un autor que no ha estado dentro de la institución. Pero sus fuentes documentales son muy interesantes, porque, según Carandell, proceden del fichero que Ynfante sustrajo a José Vidal Beneyto, quien fue secretario personal de Escrivá en los años 40 (cfr. Luis Carandell, Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Ed. Laia, Barcelona 1975, pp. 32-33).

[nº 8]

 

3. La Obra de San Miguel forma a los socios numerarios y supernumerarios, y busca solución a problemas concretos docentes, profesionales, sociales, etc., para bien de las almas.

 

Es llamativo que más tarde afirmara que la Obra no se entrometía en ese tipo de asuntos. Además, no se sabe qué se encierra en este párrafo, de qué problemas concretos se habla: ¿de ética profesional?, ¿de ética social en los negocios?, ¿de técnicas pedagógicas o administración de centros docentes? Que yo sepa, nunca en la Obra en su vida posterior ha dedicado la obra de San Miguel un esfuerzo apreciable para resolver ese tipo de problemas.

 

Art. 13.

1.  Entre las mujeres, la Obra de San Rafael trabaja con el fin inmediato de formar buenas madres de familia cristianas Y desarrolla su labor en el campo, mediante granjas, etc.; y en la ciudad, con hogares, residencias, etc.

 

Con las mujeres no le interesaba fomentar que trabajasen profesionalmente, sino que más bien se mantuvieran en casa. En 1941, Escrivá ya tenía larga experiencia de dificultades económicas para sostener a su familia, provocadas en buena parte por la resistencia familiar a que Carmen, su hermana, trabajara fuera de casa como maestra: al menos no se nos dijo que lo hubiera intentado siquiera, cuando, en cambio, era muy frecuente entonces que las mujeres trabajaran profesionalmente antes de casarse, y en muchas tareas: enseñanza, secretariado, bibliotecas, atención al público en comercios, sanidad, etc. ¿Con esa mentalidad pretendía hacer pasar por inspirada por Dios para durar por siempre, a la institución que quería fundar? Se ve que Escrivá tenía una mentalidad muy poco propia de quien hubiera recibido en 1930 una visión sobre el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

 

2.  La Obra de San Gabriel se sirve de Colaboradoras, que pasaron por la obra de San Rafael, y se dedica especialmente al apostolado de propaganda escrita y oral, con editoriales, bibliotecas, etc.; y ejercitando de modo particular el apostolado eficaz y silencioso en conversaciones privadas y sin aparato, forma pequeños grupos de las distintas clases sociales, y les da criterio católico.

 

Ya se ve que concibe los apostolados de las mujeres de la Obra más como algo organizativo que como un apostolado personal de mujeres que fueran capaces de detentar por sí mismas cargos de prestigio y sin el arropamiento de un colectivo. Lo que él presenta como más específico de la Obra lo concibe como algo más propio de hombres.

 

3.  La Obra de San Miguel, se preocupa de la formación de las socias supernumerarias y de la administración local de las distintas actividades que se desarrollan por los socios del Opus Dei.

 

Obsérvese que en la primera línea habla de "socias" y en la última, de "socios". A quien leyera esto en 1941, sin conocer lo que luego ha sucedido, se le suscitarían varias dudas: si las que luego se llamarían numerarias habían de ocuparse de la administración local de las actividades que desarrollasen los socios (por tanto, "socias" y "socios") de la Obra, ¿éstas habrían de ser las secretarias y gerentes de las revistas, bancos, empresas, periódicos, etc., que formarán el conjunto de las obras descritas en Art. 8, 2?; o, más bien, ¿las gestoras del servicio doméstico de esas actividades, como se indica en el Art. 3?; o, ¿de las viviendas de los numerarios, que, una vez más, parece se quieren ocultar?

 

 

 

INDICE

Nota Introductoria a los Comentarios

Comentarios a los Reglamentos del Opus Dei como Pía Unión (1)

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Epílogo: La estafa del libro "El itinerario jurídico del Opus Dei"

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Reglamentos del Opus Dei como Pía Unión