jaumegarciamoles :
Paiquito me pregunta en general cuál es mi
sensación al leer las Catalinas de Escrivá. Al intentar responderle me ha
venido a la cabeza lo que aprendí en el bachillerato acerca de la novela de
Dostoievsky "Crimen y Castigo". Se decía en el manual de literatura
que el gran novelista introduce al lector en la interioridad del estudiante
Rodion Raskolnikov, que ha asesinado a una usurera. El lector entonces se ve metido
en la atmósfera asfixiante de los remordimientos del joven, los temores a ser
apresado por la policía, sus vacilaciones amorosas y los delirios de su
imaginación. Tan denso y morboso se hace el mundo interior de Rodion descrito
por Dostoievski, que el lector --decía el manual de literatura-- siente la
necesidad imperiosa de levantarse de la silla, abrir la ventana y respirar por
fin el aire frío y puro del invierno.
Pues bien, es algo parecido lo que se
siente al leer las Catalinas seguidas. Un mundo interior opresivo en el que
Escrivá es prácticamente el único personaje, con su constante esgrima para
darse la razón a sí mismo, con una exagerada sensibilidad hacia los ómenes e interpretaciones
supuestamente sobrenaturales.
Paiquito me pregunta más en concreto
quién sería el destinatario. Y apunta a su confesor, la historia y sus
seguidores. Yo creo que las tres cosas, pero sobre todo creo que el destinatario
era él mismo: necesitaba desahogarse. Como no sabemos nada cierto de sus
Catalinas anteriores a marzo de 1930, es prácticamente imposible responder a la
cuestión de sus motivos para comenzar a escribirlas. A partir de octubre de
1928 ya tenía el propósito de formar un grupo de personas a su alrededor para
contribuir a su formación cristiana en la vida corriente. Y sabemos que daba a
leer sus Catalinas a quienes creía que le podían entender. Por eso, el estilo ya
tiene en cuenta que le van a leer, que no son sólo para sí mismo. Hace
borradores intermedios y luego pasa a limpio lo que escribe. Entrega a su
confesor las cuartillas que luego pasará a los cuadernos.
En cuanto a las otras consideraciones
de Paiquito, sólo le diré que tiene razón en que a las Catalinas les falta la
mitad de la historia: en primer lugar porque sólo se ha publicado menos de la
mitad de ellas. Se utilizaron como prueba simplemente porque eran escritos suyos:
veraces o no, son documentos y por tanto tienen un valor que han de apreciar
los historiadores y los lectores según su caletre. Lo que no tiene defensa son
los vetos que los tribunales de las causas pusieron a las declaraciones de
testigos de gran importancia, como don Antonio Pérez, Miguel Fisac, María del
Carmen Tapia, etc.
Jaume
Publicado el Friday, 27 September 2013
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