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 Tus escritos: Del ser y origen de la navarrensis (1).- Robredal

115. Aspectos históricos
Robredal :

La reciente entrada de A. Moya trae a la palestra un tema interesante. Muy interesante. Requete-interesante (el panorama Requeté lo dejaré para otra entrada). Es una cuestión que, tal y como señala A. Azanza, ya había aparecido en otro momento. Se debe a un personaje de esa ciudad que había tratado el tema y había tenido cierto eco en ese momento. Es una cuestión que difícilmente puede provocar nada más que reforzar posiciones pues legalmente no es fácil que tenga mayor recorrido tras más de setenta años (Hormiguita aporta datos). Es cierto que su eco reverberó hace unos años, cuando la Universidad instó a la entonces Presidenta Barcina a realizar una permuta de terrenos que, finalmente, no se produjo por motivos políticos, obligando a una retirada prudente de la Navarrensis para no quedar más entrampada en ese tema, donde se mezclaban cosas propias y ajenas. Esta cuestión es parte de una larga escena en la que ha habido muchas episodios, que se van concatenando a lo largo del tiempo en diversos actos, no tanto temporales cuanto conceptuales.

EPISODIO PRIMERO. ORIGEN Y SER.
Escena primera. Origen: mito y realidad
Me da la sensación de que nadie sabe de verdad cuál fue la motivación por la que Escrivá hizo que la implantación de esa primera Universidad fuera en Pamplona. Muchas cosas se han oído en círculos internos. Todos los que obedecieron su mandato eran, entonces, muy jóvenes e ingenuos. Seguramente ninguno participó en una reflexión seria. Menos aún preguntaron. Sí hicieron algo muy bien: obedecieron y se dejaron la piel...

La intención que dio lugar a la decisión y, una vez tomada, a su sostenimiento hasta que la institución se hizo más que los instituidores, eso ya nadie lo sabe. De hecho, lo oído en tertulias con Sánchez-Bella, Ponz, Miranda, Vargas y otros era, si se piensa bien, “su interpretación” de los silencios y afirmaciones más o menos claras o veladas del fundador… y su famoso mandato de “hacerse santos haciendo una Universidad”. Pero realmente poco más.

Puede que existan documentos, medias verdades oficiales y testimonios más o menos fidedignos para la crónica histórica. Estarán más o menos editados por la interpretación. Por eso es de suponer que cualquier “verdad” está en los arcana del opus. De saberse algo, ese “algo” está en solo en la mente de personas ya finadas (incluyo a su fundador). Es ya la energía cósmica. Es igual, dada la reverencia absoluta y el seguidismo integrista a la persona e intenciones de Escrivá que se tiene en el opus, nadie dentro, en el fondo se pregunta seriamente –solo intuye o aventura cuál fuera esta razón. Todo se hizo bien, sin resquicios, sin dudas, sin revisiones. Basta con aceptar que así lo vio y así lo ordenó. El resto es canto trovador; tradición oral en la que se mezcla mito y realidad.

La Navarrensis es y será la insignia perfecta de las obras corporativas de todo tipo, tiempo y lugar. Ninguna otra Universidad, de las muchas que han venido luego, tienen ese marchamo que, quizá, solo comparte con el Colegio Romano y Villa Tevere. Son estructuras corporativas pensadas, creadas e impulsadas directamente por el fundador. Son pilares fuertes de la unidad por ser parte del fundador. Por eso es casi un tema “de espíritu”. No se podrían remover, tocar ni transformar sustancialmente (en principio). Son, en cierta medida, un trasunto de la propia institución impulsora. Es decir, les pasa como a la propia obra en su conjunto: no importa la forma legal, ni la pillería que se utilizara para hacerla (pues es santo el hecho, y la pillería). Tampoco importa la “apariencia” que tengan. Así, como es el caso, el hecho formal y legal, seguramente bien pensado, de que sea, en puridad, una Universidad eclesiástica, entrando en total contradicción con lo que la Obra, y sus obras, dicen de sí, no es un tema sustancial. Porque lo importante es lo que fueron, son y serán, en la mente intencional del fundador. El resto es circunstancia anecdótica al servicio de ese marchamo de calidad iluminatoria.

Tampoco parece que alguien sepa, dentro o fuera, si fue esa una iluminación extraordinaria del fundador. O si fue, en cambio, una luz de providencia ordinaria, debida el régimen de los “fueros” (esto es difícil pues en tal momento histórico no existían propiamente). O, por esa misma razón, si fue fruto de conveniencia-connivencia con las autoridades navarras de aquel momento (más bien parece esto, dada la naturaleza influenciable del decrépito Conde de Rodezno de entonces y el apoyo más o menos armado del Gobernador civil y, por tanto, del Gobierno de Franco… lo cual está por exponerse históricamente con mejor fidelidad y objetividad), así como de las familias navarras que la apoyaron. Pudo ser, quizá, la relativa independencia político-carlista que, unida al estricto asunto foral, mantenía a Navarra, laureada y respetada por el régimen, un tanto ajena al resto de la nación franquista de aquel momento.

Quizá fuera debido a un especial gusto de Escrivá por Navarra, dada su vecindad aragonesa, bajo el techo de los mismos pirineos y el influjo de idéntico Ebro (curioso sería). ¿Fue, acaso, la impresión de este lugar en su paso por el al volver del exilio republicano y el mítico cruce del Pirineo? No parece que las biografías oficiales señalen ese momento como crucial en su vida… pero nunca se sabe. Tampoco aparenta la Pamplona de 1939-1940 ser, económica o socialmente, una ciudad idílica. Todo lo apuntado pudiera ser parte de un clima propicio, pero difícilmente determinante.
Todo es plausible, todo es concurrente. Todo es conjetura. Se pueden aventurar muchas cosas, algunas con más verosimilitud que otras. Pero no se sabe. Se han ido muriendo todos los que pudieran corroborarlo. Han transcurrido ya dos o tres cambios generacionales, y muchos más relevos, entre sus profesores y directivos como para que se mantenga la cadena de transmisión oral. No obstante, si alguien lo sabe que, por favor, se manifieste con datos y documentos (o de acceso a ellos si están en algún lado de la web). El opus no lo va a hacer. Al menos aquí. Supongo.
Algo he oído varias veces en varios lugares. Por más cosas que puedan ocurrir –salvo, supongo, un cataclismo total la Universidad no se irá, al menos en su “estructura” básica, de Navarra. Aunque lo parezca y amague con la marcha paulatina del posgrado a Madrid y/o su desterritorialización en otros lugares de algunos programas, más o menos acertados (como la operación IESE en Nueva York). Por más que su vinculación geobiofísicopolíticosocial a Navarra no tenga mucho sustento (ni de alumnos, ni económico, ni vital… solo de estructura y coste implantado), ahí seguirá. Esto corrobora lo dicho antes: para la obra, la Universidad es algo cuasi fundacional.

Escena segunda. Organización pero que muy desorganizada
Hace unos años se dio la circunstancia personal de que el centro en el que vivía en una pequeña ciudad española, de cuyo nombre quiero no acordarme, tuvo un problema no pequeño con la comunidad de vecinos por la salida de humos de la cocina de la administración. Como era un centro de jóvenes nos pilló muy desprevenidos. La actividad de sanrafa no nos dejaba tiempo para ir a las reuniones de la comunidad, por lo que estábamos literalmente in albis. Preguntamos en la delegación. Nos enviaron un escrito –no recuerdo de qué rango, pero no creo que fuera un escrito clave sobre el “estatuto” jurídico de los centros, para que empezáramos a entenderlo. Se reunión el ceéle. Un ingeniero, un economista, un maestro, un físico (el cura). Nadie entendió bien ese documento. ¿Decía una cosa y otra, y la contraria? Eso nos parecía.

Al final el centro de supernumerarios del que dependían nuestras finanzas nos dio los fondos para elevar la chimenea y solucionar el caro problema. Teníamos poco dinero, aunque varias cuentas corrientes colegiadas. Una del club, otra del centro, otra de no-se-sabe qué. Los ingresos y, sobre todo, los gastos iban de una a otra para camuflar diversas cosas. Un numerario mayor de otro centro, que era el socio-director de la SA propietaria del piso del piso de la administración (los otros dos pisos eran de otras sociedades y el club era de otra, aunque realmente lo tenía cedido a una asociación) hizo todo. A partir de ahí se empezó a ir a las reuniones de la comunidad. Nos convertimos en los chicos educados del primero (y la entreplanta) y los ánimos se calmaron. ¿Por qué cuento esto?

Porque al tiempo, en una tertulia –y por esto supongo que el escrito era un anexo a un número alto (más circunstancial) nos dedicamos a echar risas sobre qué éramos, como conjunto o centro. Recuerdo que no estaba el cura. Sabíamos lo que no éramos, claro: no éramos un hogar religioso, ni una casa parroquial, ni un monasterio urbano. En principio (todavía no estábamos en el debate de la cooperación orgánica). Pero: ¿Éramos un club juvenil?, entonces, por qué vivían muchos que no se dedicaban a ello (la mitad del los residentes no estaban en el club). ¿Éramos una residencia tipo pensión? Si es así ¿por qué no admitir a chicos de fuera? (hubo uno que propuso chicas, en plan de broma, claro). ¿Éramos, acaso, una “asociación” civil? El club la tenía, pero no era la propietaria del centro… entonces ¿por qué no elegíamos a la junta directiva y echábamos a los que no hacían lo que debían? ¿y las cuotas? ¿y los socios del club eran de verdad socios (no lo eran formalmente, pues no pagaban las cuotas a la asociación del club)? Entonces ¿éramos un grupo de amigos autónomos, en fraterna hermandad de amor, preocupados por nuestra formación, que pedíamos auxilio espiritual a la obra y nos la envió por medio de archivos, programas, escritos y uno o dos curas? (entonces ¿por qué los “asociados” y/o “amigos” no se reunían libremente, o llamaban a quien ellos querían, o elegían si ese u otro lugar y en vez de eso era la delegación quien decía quién estaba y quién no estaba, quién mandaba y quién no?). ¿Qué papel hacía en ello la administración? ¿eran empleadas, asociadas, hermanas, primas, amigas, colegas, sirvientas, delegadas ocultas de nuestras madres (sabíamos una cosa: nosotros no las pagábamos)…? (de esto último no creo que habláramos tan rudamente). Incluso más: ¿éramos una comunidad religiosa tipo ORNI (objeto religioso no identificado). Así nos veía la Comunidad de vecinos, que pensaban que éramos una especie de seminaristas peculiares… Así seguimos sin mucho rubor. A los días me vino cargo de conciencia. Pero no me atreví a decírselo al director porque todos estábamos en el ajo y nos tuviéramos que haber hecho un cruce inexplicable de correcciones fraternas (una especie enmendatio por no haber consultado la enmendatio…).

Por cierto, para acabar, alguien sugirió, ya en otra tertulia, que el sueldo que le pagaba esa Universidad podría ir directamente a la cuenta del centro… total, decía, para lo que luego me llega a mi, qué más da. Así se ahorraban comisiones bancarias de transferencia, de salidas y entradas. Ficciones curiosas entre lo legal, lo fiscal y lo ascético. Ese día sí que estaba el cura luego nos puso firmes en el ceéle. De todos los presentes que recuerdo, no todos, tanto en ese céele como en aquella tertulia ninguno sigue siendo parte de esa “asociación” de fieles laicos “comprometidos” puagg: la copulación de ambas palabras “laico” y “comprometido” estaba muy denostada ahí dentro, libremente con su auto-formación cristiana que devienen en hogar familiar formado por hermanos no denominados así, encabezado por alguno de ellos a modo de “directores” que, sin mando espiritual pero sí secular, son extrínsecamente nombrados, sin patente oficial, por quien constituye una estructura pseudo-laica que gobierna en un nivel X de esa u otras ciudades y la cual direcciona/concreta, que no establece, la regla -con otro nombre y status- bajo la cual esa comunidad humana libre se auto-regula porque le da la gana.

Todo esto era para decir que igual ocurre con la Universidad de Navarra. Una cosa es su forma legal externa, otra la interna. Una cosa es su funcionamiento externo, otra el interno y el internísimo. Cada parte que tienen estructurada tiene una forma legal protectora, hecha para ella según el momento y el lugar. Cada órgano de gobierno sabe lo que toca y lo que no toca saber no lo sabe o no lo pregunta. El equilibrio es muy perfecto, inestable y a la vez sólido. Es difícil que nadie sepa bien todo en su conjunto. Al final solo algunos saben las claves por las que es y funciona. Solo ellos saben, aceptan y no se preguntan por qué que un missi confiesa en la Clínica y en el Central y asesora confesionalmente cómo deben ir determinadas cosas fuero-internas (sobre todo a "ellas"), actuando como auténtico representante en la sombra de la Comisión –y por tanto de Roma , aunque luego hay una cadena oficial de mando. Cómo es el sistema de sociedades que sostienen las distintas estructuras. Cómo se elige, considera, acepta, juzga al personal –sobre todo en determinados niveles más allá de la apariencia de contratación y las formas laborales establecidas. Y así etc., etc., etc. Desde fuera de la cosa, incluso en personas enteradas que trabajan dentro, apenas se puede intuir, no digamos saber, ese sistema de capas que existe. Porque, como muchas veces se ha puesto de relieve en cientos de entradas variadas en este foro, todo es apariencia y realidad a un tiempo.

En fin, todo esto era para señalar y remarcar el conjunto de entretelas y forros de la Universidad, como de la propia institución que la controla. En ese sentido decía que la primera es trasunto de la segunda. Ocurre con la Universidad, en cambio, que la vida ha puesto en un lugar más o menos legal, fiscal y social algo más claro. A veces a palos. No pocos y no poco importantes. Esto aparenta estar empezando a ocurrir, en menor grado, en los centros normales y veremos si, algún día, lo hace con la obra como institución, más allá del formato oficial Prelatura personal. Que aparenta decir mucho –tanto que da para debates y debates , pero sin decir nada. Debate institucional, por otro lado, que se refleja en la falta de sustancialidad de los laicos comprometidos, pero no incardinados, aunque sí orgánica-desorganizadamente vinculados y libérrimamente ofrecen su vida en holocausto total a una estructura vieja viejita viejuna.

Perdón. No me resisto. El debate de la cooperación orgánica y todo eso que tanta guerra da en las convivencias y el catecismo rehecho me recuerda a lo del cerdo comprometido y la gallina involucrada: nos pidieron ser cerdos comprometidos (apoyándose en esta misma historieta) y acabamos siendo gallinas que dejaron sus huevos y plumas ahí un tiempo...

Todo ello nos lleva a otro episodio. La relación, más allá del nombre –pero también a raíz de este de la Universidad con Navarra. Lo dejaré para otra ocasión.

Robredal

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Publicado el Friday, 05 February 2021



 
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