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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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¿EL 'BUEN' PASTOR?

NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años en la obra

-El " Buen Pastor" (4-5-2004)
-La madre de sangre (6-5-2004)
-La sangría de los agregados (20-5-2004)
-No hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer de las publicaciones internas (26-5-2004)
-El truco (30-5-2004)
-El Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar dentro con el corazón fuera (1-6-2004)
-Automóvil para todos (4-6-2004)
-La guillotina (5-6-2004)
-Más, más dinero (7-6-2004)
-La pobreza del Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración (15-6-2004)
-Hacerte mayor (17-6-2004)
-La suerte de tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada (21-6-2004)
-Una casa que no es tu casa (22-6-2004)
-La toalla (23-6-2004)
-Vaya cara (25-6-2004)
-Calzador de dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico para Isidoro (28-6-2004)
-El "ejemplo" de un mayor (29-6-2004)
-El cadenal Herrera no autorizaba al Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho (11-7-2004)
-Los ricos accionistas (13-7-2004)
-Usar y tirar (16-7-2004)
-Los ojos de los directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor (20-7-2004)
-Dulcísimo precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio (24-7-2004)
-El opus pierde 500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño (6-8-2004)
-El santo polivalente (9-8-2004)
-Miedo a los directores (16-8-2004)
-Las sombras dolientes (20-8-2004)
-Atraer a los populares (25-8-2004)
-Vocación de segunda (27-8-2004)
-El corazón y la cabeza (29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad (1-9-2004)
-El control anual de la mente (3-9-2004)
-Un efímero cumpleaños a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores graves (29-9-2004)
-El gheto de los agregados viudos (4-10-2004)
-La travesía del desierto (13-10-2004)
-El beso (17-10-2004)
-Medallero (22-10-2004)
-Malas notas (27-10-2004)
-Intención sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos (5-11-2004)
-El ombligo del mundo (14-11-2004)
-El magnetofón del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada (26-11-2004)
-El misterio de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito

 

UNA HISTORIA INVENTADA

Todos mis relatos de opuslibros.com tienen que ver con mi vida. Son datos que se han quedado clavados y es muy difícil deshacerse de ellos, pues indicaban la "categoría" de las personas con las que dialogaba. En la mayor parte de los casos omito los nombres, aunque aporto algunas pistas. Pero no me da miedo hablar con esas personas, si es que surgen. El que voy a describir hoy es un caso de esos.

En el verano de 1996 acudí a mi curso anual en el Colegio Mayor Ayete, donde durante ocho años asistí a las clases teológicas y de espíritu de la obra que se nos impartían durante veinticinco días. Yo era de los agregados que estudiaban Filosofía y Teología, con vistas a una posible ordenación sacerdotal cuando terminara mis estudios. A título particular os diré que, habiendo comenzado a estudiar en 1970, y estaba hasta las narices de estudiar, pues habían pasado más de 25 años sin que yo terminara esa parte de mi formación. Algunos agregados que empezaron después que yo terminaron antes. Se habían valido del hecho de poder disponer de más tiempo en invierno --fundamentalmente por las tardes y muchos sábados y domingos-- para ir superando asignaturas. MI dedicación a mis padres y a mi trabajo periodístico, unido a la lentitud de los planes de estudios filosóficos y teológicos en un principio, habían impedido terminar antes.

Algunos de los que terminaron los estudios son hoy sacerdotes coadjutores (o agregados de la prelatura). Este es el caso de los tres primeros agregados que fueron ordenados sacerdotes en Valencia por el Papa Juan Pablo II durante su primera visita a España entre el 30 de octubre y el 9 de noviembre de 1982. Sus nombres son Pere Pascual (periodista, que fue jefe de prensa del Presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol); Pere Guiche (no se exactamente el apellido y le desconozco) de Barcelona, y José Luis Díaz (secretario del rector de la Universidad de Navarra). Luego han existido otros ordenados, que reciben antes una formación intensa durante dos o tres años en un centro denominado 'Iturgoyen' en Pamplona. Asistí a la ordenación, como enviado especial de mi medio informativo.

Aporto estos datos para que se vea la historia de la obra. En aquel año 1996 ya no eran unos pocos agregados los que se formaban en la doctrina filosófica y teológica. Cada año existen un buen número de cursos anuales de 25 días para que los agregados cursen este tipo de estudios. Pues bien se suelen aprovechar esas circunstancias para invitar a veteranos de la obra, los que se llaman "mayores" para hablar de datos de la historia de la prelatura.

La persona a la que me voy a referir es un sacerdote que estuvo destinado en Bilbao y participó alguna vez en los inicios de la obra en la ciudad de Santander, situada en el Norte de España, capital de una provincia limítrofe con el País Vasco. Hago estas aclaraciones para los que me seguís desde fuera de España. En otro articulo os hablé que pité de numerario, y por lo tanto, el primer verano acudí a Santander, de donde era mi madre, para pasar allí unos días. Claro, vinieron a atendernos los del Colegio Mayor Bando de Bilbao, que se encargaba de la labor de numerarios jóvenes. Los supernumerarios eran atendidos por un centro de San Gabriel. No recuero exactamente el nombre, pero puede ser "Estronza".

Durante mi estancia en Santander el verano de 1965 tuve relación con José Félix, un numerario que acababa de pitar en el centro General Oráa, 26 de Madrid. El procuraba hacer mucho proselitismo. Un día me habló que había abordado a hombre de unos 23 años que hacía oración con el libro 'Camino', de Escrivá, en la catedral de Santander. Le había preguntado si era de la obra y cómo había llegado a utilizar esa obra en su oración personal. El otro le respondió que un compañero que conoció durante el servicio militar se lo había recomendado. Después lo conectó con los de Bilbao y, con el tiempo se volvió a desconectar de la obra.

El verano siguiente, yo ya había pasado a agregado. Me escribió José Félix y me dio el nombre y dirección de aquel hombre al que se encontró José Félix. Hice una cita con él y me señaló lo que había pasado, que había quedado desatendido por los de la obra durante un tiempo. No se me olvida que cuando llegué al apeadero que entonces existía en Santander el numerario que vino de Bilbao comentó: "Este no pita ni borracho, pues se pasa el día vendiendo productos alimenticios en toda la provincia". Era Hernán Cortés del Valle, el primer numerario que pitó en Santander, que murió a los tres años de su primera carta al fundador en abril de 1970.

Vuelvo al titular de mi artículo "Una historia inventada". Aquel sacerdote del curso anual del Colegio Mayor Ayete del verano de 1996 había dicho que los santanderinos son "muy señoriítos" y olvidaba que momentos antes había explicado que se había hecho de la obra cuando estudiaba por libre la carrera de Derecho. Su padre tenía amplias propiedades en la región de La Mancha, donde se desarrolla la acción del Quijote. Aquel sacerdote --prefiero olvidar su nombre-- se inventó todo: ignoraba el nombre de José Félix y de qué había pasado con él; ignoraba lo del supernumerario del servicio militar; ignoraba que Hernán se había desconectado; ignoraba el nombre del sacerdote de la obra, Jaime Sánchez, que había tratado con el primer numerario de la ciudad; me ignoraba a mí (solo seguí la invitación de la carta de José Félix).

Como no estaba de acuerdo con aquella interpretación, lo exterioricé en la tertulia. Esto hizo que Alfredo, el director, que también había pitado en Santander y no quería hablar de los abandonos de los que vinieron después de Hernán, me llamara al despacho de dirección para aclararme algunos puntos. ¡Sabéis cómo son las torturas chinas? Pues aquello se pareció a una tortura china. Me dijo, no se me olvida, que yo tenía mucha soberbia, porque el que verdaderamente sabía la historia era don X, que sí había participado. En consecuencia me invitó a ir al oratorio del Colegio Mayor Ayete y reconocer mi equivocación. Se me olvidaba decir que mientras me estaba abroncando de esa manera, una vez y otra otros del Curso Anual aporreaban la puerta de dirección queriendo entrar, ajenos a lo que estaba sucediendo. Me planteé irme de la convivencia y dar un portazo al opus dei. Al final, a pesar de todo, decidí seguir.

Al cabo de pocos días, Alfredo, el director, que presumía de tener una familia con posición acomodada en Santander, me volvió a llamar a su despacho. Esta vez fue en una hora en que los demás no aporreaban la puerta queriendo entrar. Me pidió perdón. Yo tenía razón. La historia era como yo la contaba. Igual que os escribo ahora le presenté muchos más detalles, que el citado sacerdote no sabía. Eso sí, el clérigo había pedido la dirección y teléfono de José Félix para que lo trataran los de la citada ciudad.

Parecía que todo estaba olvidado. Yo había perdonado. En el siguiente curso anual me volví a encontrar a Don X, el que se había inventado la historia de Hernán Cortes del Valle en Santander. Eso sí, había pedido que yo no interviniera ni hiciera preguntas durante la tertulia. Volvió a inventarse la historia. Me tuve que callar. Dijo en público que la versión de Nacho era diferente a la suya, pero sin dejarme intervenir.

Mi último curso anual en el Colegio Mayor Ayete tuvo también que ver con Don X. Estaba enfermo. Necesitaban que algún agregado de la convivencia le acompañara en la Clínica Universitaria de Navarra. Yo accedí. Preparé mi maleta y me dispuse a estar con él durante veinticuatro horas. Otro agregado me acompañaba. Al llegar al hospital, este agregado me señaló que quien le iba acompañar era él. No se me dio ninguna explicación. Solo dijo que el consejo local se lo había encargado a él y, en consecuencia, me debía volver a San Sebastián. Que Dios perdone a este sacerdote.


UNA CASA QUE NO ES TU CASA

Ana Azanza ha escrito un libro, uno de cuyos capítulos aparece en 'Opuslibros.com'. Es revelador de una situación que yo viví durante todos esos casi 34 años que estuve dentro de la obra. Nunca sentí el más calor de familia dentro de la prelatura, en lo que se refiere a los centros de numerarios por donde teníamos que ir obligatoriamente los agregados, si queríamos ir a consultar escritos de la obra que se conservaban en dirección o para leer publicaciones internas (entre los varones 'Crónica' y 'Obras' fundamentalmente), cosa que no teníamos en los "apeaderos" en los que discurría la mayor parte de nuestra vida interna, salvo excepciones.

La mayor parte de los "apeaderos" eran como casas sin dueño. La obra nos los ponía a nuestra disposición, pagándolos ella con el dinero de nuestros sueldos que ingresábamos a fin de mes. Ya lo he dicho anteriormente el "apeadero" de del centro de agregados de la calle General Yagüe 11, quinto piso letra K, que anteriormente fue piso tercero letra K, pero fue "cedido" a los numerarios que lo necesitaban, costaba mensualmente 200.000 pesetas y tenía un salón que se utilizaba de sala de estar; una habitación para secretaría, donde se hacía movimiento económico (ingresar nuestro sueldo a fin de mes o sacar algo de dinero para nuestros gastos ordinarios de autobús y comidas); una sala llamada del "sacerdote", donde éste confesaba una vez a la semana, el día que teníamos meditación y tertulia; y una sala que se utilizaba para la dirección espiritual de los agregados o supernumerarios. Eso era todo lo que teníamos en ese "maravilloso apeadero". Se me olvidaba que la terraza que daba a la calle, había sido acristalada y también se utilizaba para las charlas.

El "K", como le llamábamos, contaba con una cocina que incluso en algunos momentos se utilizó para dar círculos a los supernumerarios, si es que no había otro lugar en la casa para esta tarea. Eso sí, algunas personas de la obra se veían obligadas a veces a pasar por allí camino de secretaría, donde se hacía el movimiento económico dos veces por semana y no disponía de dinero suficiente para salir adelante en la "vida en medio del mundo".

Debo aclarar que, salvo cuando utilizaba la tarjeta de banco de mi madre para sacarle el dinero, yo jamás había utilizado una tarjeta de este tipo para sacar dinero, pues estaba rigurosamente prohibido. Llamó la atención que Avelino, otro agregado periodista, que trabajaba en un diario de difusión nacional, había conseguido hacerse con una tarjeta de banco, lo que le permitió, en un momento de apuro económico, sacar dinero de su cuenta. Para llegar a esa situación, había optado por residir en la casa de campo de sus padres en un pueblo a unos 60 kilómetros de Madrid. Diariamente hacía ese trayecto en su coche.

Cuando vivíamos solos, a los agregados se nos prohibía tener perros en nuestra casa, pues suponía un gasto considerable. En el caso de Avelino no hubo ningún problema. Tenía una perra de raza 'Schnauzzer Terrier' (no se si escribo bien la raza de la perra), que vigilaba su casa, cuando él no estaba. Se trataba de un animal muy fiero, hasta que los ladrones descubrieron que lo que había que ponerle era... un perro. La perra se fue con el macho y claro, robaron a Avelino. Luego desapareció este animal. Todo esto lo supimos en las tertulias dominicales que nos reuníamos en el "K".

Otro día, me parece que fue cuando el apeadero estaba en el piso tercero "K" los ladrones entraron en el piso deshabitado. Después de franquear distintas puertas llegaron a la caja fuerte que se guardaba en un armario de la habitación de secretaría. Pesaba tanto que no se atrevieron a descubrir la clave o a intentar llevarse el poco dinero que allí se conservaba. Ese era el lugar de nuestra acogida. Como teníamos todo muy recogido, nos pidieron permiso los del centro de numerarios del piso tercero letra 'E" par poder traer a los niños del club juvenil que allí existía. Yo, que frecuentaba mucho el "apeadero" me encontré que nos habían de lugar cambiado de lugar muchas cosas y las sillas, de rejilla de mimbre, habían quedado rotas. Eran "bromas" de los "numeraritos". Lo dije en el centro e inmediatamente se llamó al director del citado centro joven de numerarios. Pasados quince días se arregló el desperfecto que nos habían hecho.

Las cosas desde nuestro lado se veían de esta manera. Era como "nuestra casa de agregados", que no disponía de publicaciones internas. Algunos numerarios del policentro 'Lima' (Numerarios, agregados y supernumerarios) aprovechaban algunos días para "despistarse" en aquel espacio de paz, que nosotros venerábamos y que era como nuestro reducto dentro de la obra. Todos participábamos del mismo puchero, menos para algunas cosas que paso a describir.

Desde el primer momento en que pasé a ser agregado, los numerarios que atendían el centro de Recoletos, 5, nos dejaron claro que nuestro hogar era ese piso. Así lo decían, mientras se nos indicaba que no podíamos ir a su residencia en la calle Gurtubay, 3 y a la residencia del Instituto Tajamar, obra corporativa. Era supuestamente "nuestra casa" y la obra "una familia" de vínculos sobrenaturales. Por lo menos eso era lo que decía el fundador. Puedo decir que hasta que no pasaron seis años de mi incorporación a la obra no se me invitó a comer a un centro. Fue en el Centro de Estudios de Tajamar. El día que eso se produjo era como entrar en el "Sancta Sanctorum", sin embargo, yo no veía a los numerarios como con rayos en las cabezas o con aureola de santos. ¿Qué había sucedido? La supuesta "Casa no era mi Casa". Al cerrarse Recoletos, 5, pasamos a un piso de la calle Princesa 81, hoy utilizado por las mujeres del Opus Dei, que había sido estudio de arquitectura de don César Ortiz Echagüe, que llegó a consiliario en Alemania, y de al existente en escalera 4 de la Glorieta de Cuatro Caminos Cuatro, donde tuve como director a Pipe Areta, entonces un destacado miembro del atletismo español y hoy sacerdote. Tampoco se me invitó en este centro a comer. Y eso que decían que eran mi familia. Mis padres no habían recibido tampoco la visita de los supuestos "familiares".

Las cosas cambiaron al llegar al centro que existe aún hoy en la calle Monte Esquinza, 22, que disponía de un "apeadero" en la calle Fortuny, 27 quinto piso, encima de la vivienda de uno que fue ministro del gobierno español y gobernador del Banco de España. José Luis, el director de nuestro centro, pasaba por una delicada situación. No descansaba. Ello hizo que el director de la delegación, Jerónimo Padilla, me llamara y me invitara a animarle a ir a nadar al club Santiago, que no es de la obra, y en el que existe separación de sexos en las piscinas. Así lo hice. Durante dos años le tuve entretenido. Al terminar, me invitaba a comer en su "casa", no la mía. Ello hizo que otro numerario se apuntara a nuestra iniciativa y, al final comíamos los tres. Esa es la única etapa de mi vida en la que me sentí arropado. A ello se añadió que un día tuve un accidente de electricidad y se me rompió la quinta vértebra dorsal, por lo que tuve que permanecer hospitalizado durante largo tiempo.

Los accidentes espectaculares, el mío lo era, producen conmoción en la obra y en todos los sitios. Mi padres, por fin después de 12 años (era diciembre de 1977) conocían a los de mi centro. Había cariño en los 47 días que estuve sin moverme en la cama. Mi madre incluso se planteó la posibilidad de hacerse de la obra. Afortunadamente no lo hizo. Mejor para mí, pues fue una ayuda inestimable en el trance de dejar la obra. Pasado el accidente, seguía practicando la natación, pero ya no se me invitaba a comer. Incluso noté que algunos numerarios consideraban su zona lo que no era el oratorio o la sala de cooperadores. Había como una barrera invisible que me decía que de allí no podía pasar. Los únicos que me decían que pasara eran José Luis, que luego pasó a ser secretario de la delegación, y el numerario Alfredo C., que no sé qué ha sido de él. Entonces ya Monte Esquinza 22 tampoco era mi casa.

Pasó la enfermedad y llegó el olvido. Ya he contado otra vez que me vi obligado a solicitar el cambio de centro, cuando uno de mis jefes en el trabajo que era también el director del centro de agregados, continuó con la bronca que había empezado en la redacción periodística. Pasé al centro 'Lima', en la calle Infanta Mercedes, donde también existía como una "barrera invisible", tras el incidente con los que hoy me atrevo a decir su nombre, pero no su apellido: Don Rafael (el sacerdote) y Chema (entonces director y hoy sacerdote en Chile). Se me echó dos veces de la sala de estar, alegando que aquello no era mi sitio. Eran los tiempos del "k" y yo me fugaba de la realidad hasta el piso de la calle General Yagüe, donde teníamos como vecino al compositor Joaquín Rodrigo, autor de 'El Concierto de Aranjuez', y que tocaba a menudo el piano. ¡Qué agradable era su música!

Aunque dijeran la frase "ese ya es de casa" o "morir en casa" nunca he pensado que eso se refería a mi vida. En los últimos años, Enrique, que llevaba mi charla, hablaba en esos términos. Yo le respondía: "tu casa", porque la de 'Lima', no es mi "Casa", y luego cuando llegué a 'Amaniel", en la calle Federico Rubio, tal como he escrito en mi artículo "El 'Buen Pastor'", no lo fue, pues ni el supuesto "buen pastor" ni me cobijaba, ni me atendía, ni su casa era la mía. Por eso, como la obra no era mi casa, me fui.


LA TOALLA


El 21 de junio entró el verano en el hemisferio norte. Los que vivimos en España sospechamos los calores que nos esperan. En la obra, este tiempo es de "cambio de actividad", como decía el fundador, que en público, comentaba que "el diablo no se toma vacaciones", porque en el opus esta época significa dedicarse más intensamente a cosas que no se realizan durante el invierno, como mejorar la formación a través de los cursos anuales de 25 días (los numerarios y los agregados que estudian Filosofía y Teología) y convivencias de 15 días (los agregados que no estudian) o de 7 días (los supernumerarios).

Los últimos ocho años de mi pertenencia a la obra acudí a los cursos anuales de Filosofía y Teología del Colegio Mayor Ayete de San Sebastián durante el mes de agosto. Nuestra estancia en esta ciudad vasca solía coincidir con la Semana Grande (la semana en que se celebra la Asunción de la Virgen) y, en consecuencia suele existir un gran ambiente en la ciudad, que ha sido lugar tradicional de veraneo de las clases más pudientes, cuando se comenzaba a veranear, y ahora de muchas personas. Uno de los hechos más destacados son los concursos de fuegos artificiales, en los que participan cada día de esa semana un fabricante pirotécnico de distintos lugares del mundo. Al final, un diario otorga un premio al castillo de fuegos artificiales más conseguido. Todos los que asistíamos al curso anual aprovechábamos para verlos y luego comentábamos entre nosotros.

San Sebastián posee tres playas en la ciudad: La Concha, quizá la más famosa; Ondarreta, cercana al colegio mayor donde residíamos los agregados; y La Zurriola, muy cercana al barrio de Gros y al palacio donde se celebra el festival de cine de San Sebastián, junto a la ría. La dirección del curso anual nos prohibía expresamente a los agregados bajar a bañarse en alguno de estos lugares. Esta medida se aplica también a los numerarios. Sin embargo, un obispo español con destacada participación en la vida religiosa me indicó que eso no era pecado.

El motivo de la prohibición es que numerarios y agregados no pueden acudir a las playas, por muy decentes que sean para estos tiempos --las playas de San Sebastián lo son-- pues se ponen en ocasión de pecado mortal. Como esto no admite parvedad de materia, si se ha ido a una playa a bañarse, luego hay que confesarse con el sacerdote del centro, o del curso anual, como era este caso. Para sustituir la práctica del baño en el mar, en el Colegio Mayor Ayete existe una piscina en la parte trasera, junto a un frontón cubierto de pelota vasca o jai-alai.

Al llegar al colegio mayor, se nos entregaba una toalla de aseo, otra de ducha y otra de piscina o playa, con unos colores muy vivos o con un diseño muy bonito. Siempre me llamó la atención y, como periodista, quise saber cómo se formaba aquella colección, formada por modelos muy distintos a cual más bonitos, que lucíamos en la piscina. En un extremo de la toalla, se encontraba cosida una pieza pequeña de tela con el nombre de 'C.M. Ayete'.

Llegué a mi habitación y, con toda la confianza, deposité mi toalla habitual de piscina --entonces nadaba un kilómetro diario-- en un club donde existe separación de sexos en Madrid. Se trata de la Escuela Apóstol Santiago, al que suelen acudir muchos numerarios y agregados debido a ese detalle de separación, además de ser muy barata la cuota anual que se paga. En los centros de la obra, la administración (el servicio doméstico y de manutención) suele limpiar cuando no están los residentes. Esto hace que se aíslen zonas para evitar que hombres y mujeres puedan coincidir. Escrivá solía decir que entre los hombres y las mujeres de la obra existe una distancia de mil kilómetros, que solo se rompe cuando el director y la administradora hablan por el teléfono interior o cuando sirven la mesa, estando prohibido expresamente dialogar con las numerarias auxiliares o sirvientas.

Lo que nunca pude sospechar es que aquella toalla habitual de piscina iba a desaparecer del armario de mi habitación, una vez habían pasado las del servicio de limpieza. Me extrañé y así se lo hice saber al director del curso anual. Pensé: "Han pensado que es de ellas y se la han llevado para lavar". El responsable de esta reunión anual quedó en hablar con la Administradora. Aporté detalles de los colores de la toalla, que coincidían con los de la bandera del País Vasco, pero no en la misma disposición. Al cabo de unos días, el director me comunicó: "La administración no ha encontrado tu toalla".

No me di por satisfecho con aquella explicación. Soy periodista y espero a que se produzca una nueva oportunidad. Me fui del curso anual sin la toalla que había llevado. Al llegar a Madrid, me compré otra exactamente igual de colores, pero sustituyendo el color verde por un azul. Volví al Colegio Mayor al año siguiente, pero no la vi. Pasados dos años, cuando menos me lo podía esperar, encontré la primitiva toalla en la habitación de otro agregado, contigua a la mía. Mi toalla casi igual, la tenía guardada bajo llave en la maleta. Situé una contigua a la otra y eran iguales, menos en ese detalle de color. Eso sí, la primitiva, la que había desaparecido dos años antes, estaba allí, pero con una pequeña tela que decía: "C.M. Ayete". El detalle queda ahí. Son coincidencias. Que cada uno saque consecuencias de todo lo que he contado. Cuando regresé a Madrid se lo dije a un director de la Comisión y me preguntó: "¿tu que piensas de esto?" Mostró su esperanza de que no me hubiera traído la primitiva toalla, como así hice. No obstante me aconsejó no extender este hecho entre otros de la obra.

Otro detalle que quiero tratar en mi colaboración de hoy es el de los bañadores. Numerarios y agregados utilizan la mayoría de los casos unas prendas de este tipo, que responden a lo que se conoce como "bermudas". Como trates de salirte de esta indicación, te llamarán la atención a través de una corrección fraterna, mientras te señalan que hay que ser pudorosos a la hora de bañarse, ya que se puede inducir a pecado (?) a las personas que se relacionan con nosotros en esos momentos.

Pues bien, yo fui valiente. En 1977 hice el curso anual en un colegio infantil en Málaga. Puede que se llame 'Sierra Blanca' o "El Romeral". Como entonces nadaba mucho, utilizaba en el club Santiago de Madrid un bañador de competición o de braga, como se suele denominar. Ningún numerario de los que nadaban conmigo me había llamado la atención hasta ese momento. Pero claro, estaba en curso anual y, como en ese tiempo está muy recomendada la corrección fraterna, se me hizo una por usar un bañador que mi correcto consideraba tan impúdico.

No os creáis que tardaron en hacerme la corrección fraterna. Acababa de entrar en el agua y se me acercó no se si un numerario o un agregado. Me invitó a comprarme inmediatamente un bañador más decente que el que usaba entonces. Obedecí el consejo. Ya distinguí entre lo que vivía durante el curso habitual y lo del curso anual. Por lo visto había escandalizado a alguno. Me compré un bañador con un poco más de tela, pero no un "bermuda" hasta la rodilla. Me volvieron a llamar la atención. Ya me dejaron por imposible. Eso sí me dijeron que cuando llegara a Madrid me comprara un bañador más decente que aquel que había llevado a Málaga.

Pensaba para mis adentros. Vivíamos ocho en una misma habitación, que era un aula infantil en otras épocas del año. El retrete no tenía pasador para cerrar la puerta cada vez que entrábamos. Teníamos que colocar un papel higiénico que atravesaba el manillar de la puerta para decir que estaba ocupado. No existían armarios para guardar la ropa. En su lugar, debíamos meter nuestras prendas en un cajón del aula de los niños. No teníamos duchas por la mañana y debíamos acudir en comitiva a la piscina a bañarnos (yo con mi bañador que he comentado). ¿No era más lógico que se preocuparan más de hacernos la vida más asequible, después de un año de trabajar intensamente, y se preocuparan menos de los bañadores?

El otro día estuve con un amigo mío que tenía su domicilio enfrente del Colegio Mayor Alcor, obra corporativa de las mujeres del opus en Madrid. Entre sonrisas me comentó que era muy curioso ver cómo iban a la piscina las mujeres de la obra. Primero existe un gran toldo desplegado para impedir las miradas exteriores, y segundo, ellas van con albornoz. Una medida más para impedir que los demás caigan en pecado. Vamos.


VAYA CARA

Son ya treinta y uno los años que llevo haciendo ininterrumpidamente información religiosa en un medio español de comunicación. Cuando empecé en 1973 yo ya pertenecía al opus dei. Me costó "fichar" por esta empresa, pues en la obra se me indicó que no lo había consultado. No obstante, al final lo conseguí. Entraba para realizar información especializada de este tipo. Ello ha hecho que, con la veteranía, haya podido vivir hechos que paso a describir.

Después de tanto tiempo, he llegado a la conclusión de que el opus es una "iglesia paralela", a la que solo le interesa el actual Pontífice, Juan Pablo II, mientras se descuida o no se hace caso a los obispos diocesanos que están en comunión con el Sucesor de Pedro. Algunos directores de la obra, como José Luis Tapia, de la Comisión Regional de España y militar de profesión aunque desde hace años no practique debido a su disponibilidad interna, son la excepción, al encargarse habitualmente de la planificación de los responsables de la seguridad en los movimientos de masas que se producen en las grandes ocasiones, como la venida del Papa a España, y las grandes celebraciones con motivo de las grandes fiestas religiosas de Madrid. Esto ha hecho que recientemente haya recibido una condecoración pontificia.

José Luis Tapia es la excepción que confirma la regla de que el opus es una "iglesia paralela". Ya se que Ignacio Vicens, arquitecto numerario de la obra, también planificó el estrado pontificio. Cuando el año pasado Juan Pablo II vino a Madrid se produjo un fenómeno masivo. Los de la prelatura quisieron protagonizar muchos de los hechos, para distinguirse de los demás. Habitualmente somos unos veinte informadores religiosos que seguimos los hechos y opiniones de la Conferencia Episcopal. Esos días hubo que poner varios autobuses pues "todos eran periodistas". Estoy hablando de broma en cuanto a los "numerosos periodistas".

En el gran encuentro de los jóvenes en el aeródromo militar de Cuatro Vientos de Madrid, en la tribuna de prensa, fingiendo que eran periodistas, algunos llevaban una máquina fotográfica rudimentaria para hacer fotografías a Juan Pablo II. La camiseta que llevaban indicaba el club juvenil del opus de dónde procedían. Tanto éstos como los que les acompañaban no tomaban ni una nota de lo que allí acontecía. Eso sí, repetían "slogans" de los distintos grupos. Seguro que eran periodistas.

Como uno ya va siendo perro viejo, conoce algunas de las caras de los "supuestos periodistas". Muchos de ellos me conocen como de la obra y no saben que dejé la prelatura en 1998. Por ello, al ignorar este detalle se disponen a querer hablarme. Yo utilizaba cualquier pretexto para dedicarme a mi trabajo profesional y evitar su conversación.

Lo que me parece el colmo de la cara dura es que un sacerdote director espiritual de la delegación de Madrid Oeste se haya convertido temporalmente en comentarista de Televisión Española, emisora que depende de la Conferencia Episcopal, a través de la comisión de Medios de Comunicación Social, cuyo director de secretariado es José María Gil Tamayo, sacerdote de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y con un hermano sacerdote agregado del opus dei, que se ordenó el pasado verano.

Digo que lo que me parece más cara dura es que el referido sacerdote de la delegación se permite el lujo de opinar sobre la venida el Papa en televisión, cuando todos sabemos que en los centros del opus está rigurosamente prohibido ponerse delante del televisor. Igual es que entiende mucho de televisión después de tanto tiempo delante de la pantalla. Yo simplemente constato ese hecho.

Lo que no tengo tan claro es que esas mismas masas que siguieron a Juan Pablo II al venir a España hagan lo mismo con obispos que están en comunión con el Papa. Desde luego en mi centro, nadie me acompañaba cuando yo decía que iba a ir a una misa en la catedral de la Almudena a la que había sido invitado y tenía otra invitación. Por eso, cuando ha pasado el tiempo solo se me ocurre una expresión: "Vaya cara".



CALZADOR DE DINOSAURIO


He entrado en la página web de la prelatura y he encontrado una sorpresa. Bueno, siempre hay muchas. Josemaría es denominado "el santo de lo ordinario". Claro, se sirven de su frase de hacer santidad de lo ordinario. En estos tiempos en los que impera lo comercial, un santo no podía ser menos. Hay que buscar un slogan que "enganche" en los incautos que todavía tienen buena fe. Los que hemos vivido la experiencia de muchos años sabemos que eso no es cierto. Es una mera operación de "marketing".

Decir que Josemaría es el "santo de lo ordinario" es atribuirle algo que no le corresponde, pues los hechos de su vida fueron todo lo contrario. El "marketing" solo entra en este fundador con un calzador, pero calzador de dinosaurio y eso porque no existe un animal que tenga un tamaño superior a los que existieron antes de que el hombre habitara el planeta tierra. No pienso en un calzador de elefante, que ya es un animal grande, sino en el que he dicho, en un dinosaurio y de esta especie, el más grande que exista.

La vida de Josemaría se distinguió por la sencillez. No exigía nada para él... Llevaba una vida de lo más sencillo. Trataba con los más sencillos. Existía un acceso muy fácil a su persona. No tenía mal genio. Acudía a las reuniones con los de la obra en un automóvil sencillo. Comprendía mucho a la gente que le rodeaba. Aupó a su familia hasta un lugar adecuado. Expresó su deseo de que su hermano se casara con una mujer sencilla. No deseó títulos nobiliarios ni condecoraciones. Era "el santo de lo ordinario", pero todo lo contrario.

En toda institución existen dos versiones: la que "escriben" (por decirlo así de una manera fina) sus seguidores y la que cuentan los que fueron sus seguidores y ahora ponen en solfa muchas de las apreciaciones de las versiones oficiales. Aunque ahora no se diga, en las tertulias de supuesta familia (no lo es) de la prelatura se contaba que el "santo" tenía un genio muy fuerte y frecuentemente daba unos gritos tremendos para decir cómo se debían hacer las cosas. Ya he citado en otra ocasión que una vez dijo que cuando llegara una orden desde el consejo general de la obra había que arrodillarse. Es un modelo de sencillez y de buen trato a los que le seguían. Anda que si llega a seguir siendo cura del pueblo de Perdiguera, como nos lo presentaban cuando "peregrinábamos" a Torreciudad... no impondría las órdenes de esta manera.

Era frecuente --así se nos contaba-- que, al visitar un centro de la obra, el fundador descubriera un desperfecto en una ventana o que ésta cerrara mal, por ejemplo. Inmediatamente lo decía, pues "había que cuidar las cosas pequeñas". Claro, si no se hacía inmediatamente como él quería, los gritos se oían a muchos kilómetros de distancia, hasta en Moscú y eso que entonces la URSS era "el telón de acero". Para él eran necesarios "dos telones de acero" en torno a su persona para no oirle. Ejemplo de sencillez.

Yo, que me muevo en el mundo eclesiástico, suelo oir anécdotas de personas destacadas. Hablé cuatro veces, durante poco tiempo, con la Madre Teresa de Calcuta. No tuve ningún problema. Era muy fea, pero muy sencilla. La vez que vi más cerca a Josémaría fue en el Colegio Mayor Moncloa en 1972 y pude hacerle una pregunta, que no esperaban los de su entorno, aunque busqué que fuera en la ortodoxia seguida en el opus. Conseguí eso porque me colé en la tertulia. Claro, ya sabemos que todas las preguntas estaban preparadas. El resto de las ocasiones le vi muy lejos. Modelo de confiar en la gente y no solo en los que fijaba la comisión.

Josemaría decía que había conocido a muchos papas, a un número muy superior de cardenales y de obispos no sabía cuántos, mientras que fundador del opus dei no había más que uno. Modelo de sencillez y de santificación de lo ordinario. Por eso, en algunos momentos de su vida solía decir que se encerraba en su residencia de la calle Bruno Buozzi de Roma. La Iglesia para él, así lo decía en su carta de las campanadas, estaba muy mal. Se ve que se miraba mucho al ombligo y no se daba cuenta que, dentro, también existían problemas que no salían a la luz pública y que nos hemos enterado por los periódicos, cuando los ex han tenido la valentía de decirlo, por lo que se les acusaba de estar locos.

Recientemente me he enterado que el prepósito general de la Compañía de Jesús (jesuitas), padre Peter-Hans Kolvenbach, suele desplazarse por Roma en autobús. He cenado en este curso con los superiores generales de los Dominicos y de los Franciscanos. LLegaban a la rueda de prensa-cena en un coche utilitario. Sin embargo, el obispo-prelado no sigue esta práctica. Y Josemaría, que era "el santo de lo ordinario", se movía por España un automóvil marca Mercedes. Un modelo de sencillez. Todas las entrevistas que concedió y que aparecen en el libro 'Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer' fueron con cuestionario previo y solo en el último momento se hacía la fotografía con los periodistas. Un modelo de sencillez.

Como Josemaría no quería honores mundanos y solo pretendía la gloria de Dios, solicitó el título de Marqués de Peralta, que le fue concedido. San Francisco de Borja, el Duque de Gandía, renunció a los honores. Josemaría lo solicitó, aunque luego dijera que era para su hermano Santiago. Este anuncio de solicitud de título nobiliario, naturalmente, suscitó una gran reacción en la opinión pública. En aquel tiempo, dentro de la obra no se podía hablar de esto. Ejemplo de claridad. Por eso se dice que es "el santo de lo ordinario".

"Consideraciones Espirituales", que luego se convirtió en 'Camino', fue su primer libro. Los de la obra, una y otra vez durante años estuvieron leyendo o meditando sus palabras, por si no se habían enterado. Luego vino 'Santo Rosario', que también se "empollaron" su seguidores. Y llegaron las "Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer", una serie de entrevistas periodísticas, que estaban rematadas con la homilía de la misa del 'campus' de la Universidad de Navarra en 1967. Muy bien hecho, rematar una serie de entrevistas con una homilía. Claro, todo era muy sencillo y ordinario, solo que todos era a su gusto, puesto que las entrevistas eran por cuestionario.

Hasta su muerte fue un ejemplo de lo "ordinario". Dentro de la obra se prohibió hablar de la palabra "muerte". Con el tiempo, los directores de la obra establecieron que la frase correcta era "la marcha al cielo de nuestro padre". Así nos indicaban personas que venían de Roma. La palabra "muerte" era un tabú. Uno que es periodista sabe que por la repetición de una frase un día y otro, al final todos los dicen. Este era el caso de los directores y responsables de la obra. No decir "la muerte del padre" y sustituirla por "la marcha al cielo" es un ejemplo de sencillez. Por ello quieren considerarle "el santo de lo ordinario". No tuvo muerte, según esto, fue "una marcha al cielo".

Con estos breves comentarios he conseguido una cosa: demostrar lo "ordinario de este santo canonizado por la Iglesia. Si lo han conseguido sus seguidores ha sido porque han utilizado un "calzador de dinosuario", tamaño que han resucitado para un caso como éste. No entro en más detalles.


FLORES DE PLÁSTICO PARA ISIDORO


Ayer domingo acudí al cementerio de la Almudena de Madrid a visitar la tumba de mis padres y depositar allí unas flores. Dentro de un mes hará aniversario de la marcha de mi padre y mi madre. Está situada en la zona denominada de "Los Héroes de Cuba", muy cerca, a unos 50 metros, se encuentra el nicho que contiene los restos de Isidoro Zorzano, también conocido como "Isidoro", el segundo que se incorporó a la obra y que fue compañero de estudios del fundador de la hoy prelatura.

Cuando me hice de la obra en 1965, los "santos" que teníamos para difundir eran Isidoro Zorzano, nacido en Argentina e hijo de padres españoles, ingeniero de los ferrocarriles andaluces que vivió en Málaga, que fue el segundo en incorporarse al opus, y Montserrat Grases, conocida por "Montse", una chica catalana, que falleció muy joven. Entonces eran los dos procesos de beatificación y canonización que había en marcha dentro de la obra.

A diferencia de otras veces que he visitado el nicho de Isidoro Zorzano, esta vez he encontrado flores en una especie de jardinera que existe allí. Unas pocas, muy pocas flores, eran rosas que se habían secado después de haber sido depositadas. Pero la mayoría eran margaritas de plástico --las toqué para no equivocarme-- y algunas rosas de terciopelo y plástico. Eran totalmente falsas. El que las depositó allí mostró su confianza en que, al ser el nicho anónimo, nadie se daría cuenta. Así había apariencia de el difunto allí guardado tenía quienes le recordaban.

Os trascribo el texto de la lápida existente en el nicho de Isidoro Zorzano. Vuelvo a recordar que está en una pared, en la zona denominada 'Los Héroes de Cuba'. La inscripción es la siguiente:

IN PACE

13-IX-1902

15-VII-1943

La primera de las fechas es la del nacimiento de Isidoro y coincide en año con el del fundador del opus, también en 1902. La diferencia es que el hoy Josemaría nació el 9 de enero, mientras que Isidoro fue el 13 de septiembre. La otra fecha es la del fallecimiento de Zorzano en él Sanatorio San Francisco de Asís el 15 de julio de 1943. En algunas publicaciones internas de la obra se han reproducido fotografías de Isidoro, junto al fundador que entonces estaba visiblemente grueso a consecuencia de la diabetes que padecía. El nicho está debajo del panteón de los Misioneros Hijos del Corazón de María (Claretianos), nombre que deben a su fundador, San Antonio María Claret.

Cuando muere uno de la sección de hombres de la obra se le suele enterrar en una tumba, nicho o panteón, que lleva la inscripción de "In Pace". Inscripciones parecidas existen en otros lugares del cementerio de la Almudena de Madrid con la tumba donde están enterrados Javier Ayesta, que era director de la Oficina de Información del Opus Dei al principio de los años setenta, pero que murió a consecuencia de un choque automovilístico en la calle Serrano de Madrid; Fernando Delapuente, pintor que tuvo prestigio en los años 50, 60 y 70 (murió en 1975); y Fernando Conesa, de Cartagena (Murcia), un licenciado en Derecho, que fue profesor en los primeros tiempos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Junto a la inscripción 'In pace' aparecen los nombres de Fernando, Javier y Fernando. El apellido os lo he añadido yo.

La tumba de Fernando, Javier y Fernando está situada en la tercera fila, en el costado derecho, de la entrada del cementerio de la Almudena por la Avenida de Daroca de Madrid. Casi no suele tener flores. En esta tumba estuvieron enterrados los llamados "los abuelos", los padres del fundador de la obra. Cuando éstos últimos fueron trasladados a la cripta de Diego de León, 14 de Madrid, lugar del gobierno regional de la obra en España, su lugar fue ocupado por los restos de los mencionados. En otro lugar de la Almudena se encuentran los restos de Florentino Pérez Embid, uno de los grandes expertos en Bellas Artes durante el gobierno del General Franco, aunque muchos dudaban de su gusto.

Desde hace años, en la avenida principal de la ampliación del cementerio de la Almudena existe un panteón de la obra para contener los restos de cerca de treinta personas. Es como un edificio pequeño, una especie de capilla, con tejado, en el que existe un letrero en grande que dice: "In Pace". Allí están enterrados numerarios y agregados. En otros cementerios de Madrid, como la Sacramental de San Justo también están enterrados los que murieron siendo de la obra.

Pero volviendo al primitivo sitio de mi comentario, me extraña que los de la obra, que tanto dinero se gastan en mantener frescas las flores (incluso las hacen un procedimiento para conservarlas y enviarlas a centros de la obra en todo el mundo) donde está enterrado el fundador en Roma, ahora, en Madrid, con el segundo que se hizo de la obra, utilizan flores de plástico. Claro que el proceso de beatificación y canonización de Isidoro Zorzano "está más muerto que Carracuca", como dirían en el argot castizo de Madrid. Y eso que no hace mucho volvió a salir la hoja informativa de sus virtudes y su vida.

Me gustaría que, como consecuencia de mi escrito, la próxima vez que vaya a visitar la tumba de mis padres, no vuelva a encontrar un detalle tan feo como el de unas flores de plástico. El fundador y don Alvaro tienen derecho a tener unas flores frescas en su tumba, pero también los demás, sobre todo teniendo en cuenta que era compañero de estudios de Josemaría, el que llaman en la página oficial "el santo de lo ordinario" y que yo me sigo preguntando por qué. Ya demostré que sencillez, poca.


EL "EJEMPLO" DE UN MAYOR

Era el verano de 1997. X y yo, Nacho, habíamos acudido al Curso Anual en el Colegio Mayor Ayete de San Sebastián. El, gallego de origen, era muy amable conmigo. ¡Cuántos habremos aprendido de sus consejos para visitar lugares interesantes del País Vasco!. Los dos llevábamos más de treinta años, cada uno, en la obra, y nos gustaba intercambiar puntos de vistas mientras contemplábamos el formidable paisaje de la bahía de San Sebastián. En algunos momentos nos sentamos en uno de los bancos desde el que se divisaba un panorama tan bonito, sobre todo al atardecer o con el sol del día.

Aquel día habíamos hablado de lo humano y de lo divino. Los dos nos habíamos entretenido en un catedrático de universidad que es hoy uno de los más antiguos numerarios del opus. Los dos habíamos llegado a la conclusión que aquella persona, que presentaba unos modales muy abiertos y aparentemente simpáticos, era un lobo que escondía un deseo de venganza ante cualquier persona que le llevara la contraria.

No queríamos decir nombres. No queríamos criticar abiertamente a esa persona. Aún teníamos como un rubor de no criticar a aquella persona. Pero en un determinado momento saltó la chispa. Habíamos dado pistas. Uno de los dos, creo que fui yo, dejó caer los dos apellidos por los que se conoce a este catedrático. A cada uno nos había sucedido un hecho y lo poníamos como ejemplo del daño que pueden hacer estas personas que, eso sí aparentan simpáticas, y son peores que los tiburones.

Estábamos dolidos con aquella persona que es hoy uno de los mayores en la sección de varones de la obra. Los dos hablábamos de aquel miembro de la prelatura. Uno citaba personas ajenas a la obra que no deseaban tratarse con él. Incluso algunos de ellos, aunque habían sido sus alumnos, no querían saber nada de su persona. ¡Qué pena! En la obra se suele decir que "hay que poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas". Desde luego, comportándose así no se va a llevar a los importantes a Dios. Al que nos referíamos era un rector de mucho peso, que X y yo conocíamos.

Aquella conversación se me quedó grabada. Pasado un año yo volví a la convivencia del Colegio Mayor Ayete. Se me aconsejó que encomendara que mi amigo gallego, el compañero de fatigas de tantas veces de convivencia. Entonces recapitulé. Los dos estábamos "tocados". No estábamos contentos en la prelatura. El ya se había ido y estaba la espera de que se le diera la baja definitiva. A mi me quedaba poco más de dos meses. Los dos nos íbamos.

Un día, mi hermano me hizo una llanada telefónica a la convivencia. Tenía que ir a Santander a estar con mi madre, pus ella reclamaba mi presencia. Dejé el Colegio mayor inmediatamente. Después me alegré de una marcha tan precipitada. Elegí el día de excursión para hacerlo. Incluso alguno de la convivencia me dijo: "Seguro que haces una buena excursión". Respondí: "Sí una buena excursión para estar con mi madre, que necesita mi presencia". Entonces no siguieron hablando.

El viaje de San Sebastián al pueblo de mi familia, Matienzo, en la provincia de Cantabria, a unos 150 kilómetros, estuve pensando. Yo ya estaba con la inquietud de dejar la obra. X se había ido. Yo podía ser el próximo. La decisión estaba casi tomada. Vosotros sabéis el resultado. Han pasado cinco años y soy muy feliz. No me arrepiento del paso dado. Cuando casi habían pasado dos años de mi estancia en Ayete, murió mi madre. Ella me ayudó mucho a salir del acoso al que me sometieron los de la obra.

Con 53 años tuve que partir de cero en amistades, puesto que casi todos mis amigos eran de la obra; de cero, en dinero, ya os dije que me tocó la lotería, aunque hoy ya el dinero se haya esfumado; de cero, en ir al cine. Solo me acordaba de los niños que decían: "Pipas y caramelos" en las salas cinematográficas. Yo quiero ahora pipas, caramelos y palomitas, cuando voy al cine. Eso sí, por lo menos tengo libertad para escoger la película e ir cuando quiera, no cuando lo digan los directores.


EL CARDENAL HERRERA NO AUTORIZABA EL OPUS EN MALAGA

En estos días están saliendo noticias de que el cardenal Tarancón no quería obispos que procedieran de los sacerdotes numerarios del Opus Dei ni tampoco de los agregados y supernumerarios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, también vinculada a la obra fundada por Josemaría Escriva. Me he informado convenientemente y he descubierto que otros obispos tampooco querían que hubiera gente de la hoy prelatura en su territorio.

Sabido es que para que se abra un centro del opus en una ciudad, sea del país que sea, se requiere el permiso expreso del obispo diocesano para poner en marcha las distintas 'labores' (así se llaman en el opus) y no digamos para abrir un centro en el que esté el Santísimo (este sí que es con mayúscula, no el opus) de forma permanente.

Uno de esos casos de obispos que no autorizaron que se instalara la obra fue el del obispo de Málaga, primero monseñor y luego cardenal Herrera Oria, que, mientras estuvo al frente de esta diócesis no permitió que la obra (con minúscula) realizara sus actividades. Se ve que este purpurado de la Iglesia (así se llama a los cardenales) no quería que los del opus estuvieran allí.

Como siempre se hace en la obra, se recurrió a los trucos. En este caso fue que los del opus que vivían en Málaga acudieran a diócesis limítrofes (no empleo la palabra provincia, por ser propia del lenguaje civil y no siempre coicide la demarcación de los dos) donde el obispo sí los había autorizado. Recuerdo haber oido en la obra que los de casa (?) recibían círculos en Adra, que creo pertenecía al arzobispado de Granada.

¿Cuál fue la causa de que el cardenal Herrera Oria no autoirizara la presencia de labores de la obra en su diócesis? Durante mi etapa en el opus se me indicó que el obispo de Málaga, que antes fue presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, quiso que los del entonces instituto secular participaran el el movimiento político de la democracia cristiana, del que Herrera era uno de sus más destacados representantes. Josemaría lo rechazó --esa es la versión que se me facilitó-- dejaba en libertad a los suyos para las actividaes temporales honestas. Como no se podían juntar los católicos en un solo partido... Siempre se me dijo que este obispo "no entiende" la obra. Puede que lo que acabo de decir sea una posible explicación. Si alguien tiene más datos, que lo diga. Aquí podemos colaborar todos.

El obispo emérito de San Sebastián, monseñor Jose María Setién (éste sí tiene nos hombres de José y María separados), desde que se puso al frente de la diocesis --antes era obispo auxiliar-- no permitió que la obra abriera nuevos centros, hasta muy poco antes de dejar el cargo, que permitió uno de mujeres del opus. Eso sí, permitió que los centros existentes continuaran con su actividad, pero no autoriozaba abrir nuevos centros.

El opus necesitaba abrir un nuevo centro de San Gabriel o de mayores en San Sebastián (para los que sois de fuera de España, del País Vasco) y don José María (los dos nombres separados) no lo autorizaba. ¡Qué pena! Con el mucho bien que hacen... Había que buscar una solución. Se trataba de inventar un nuevo "truco".

Por fin los del opus encontraron un "truco": el Colegio Mayor Ayete cedía una parte de su residencia no para colegiales sino para profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales dependiente de la Universidad de Navarra, pero con sede en San Sebastián, no en Pamplona.

El sagrario del colegio mayor era utilizado por "profesores" para actividades de profesores, claro. Era para hacer la "labor de San Gabriel" o de mayores, que es tan universitaria y que al final concede un título si se continua: hacerse supernumerario del opus o la salvación eterna. Muy universitario.

Hace poco me he enterado que la obra ha abierto no sé si uno o más centros en Corea, despues de bastantes años de intentarlo. ¿Por qué ha tardado tanto? La respuesta dentro de la obra es que no lo autorizaban algunos obispos. Vaya, tan lejano de España y existen obispos que tampoco "entienden". ¿Por qué será? Seguro que existen más casos. Claro que la versión oficial de la prelatura nunca lo dirá. Lo sabemos por experiencia.


 

EL INFORME DE LOS OBISPOS


En estos días se está hablando mucho de los informes que se hacen dentro de la obra acerca de lo que hacen o piensan los que pertenecen a ella. No hay intimidad. Puedes estar contándole a uno que lleva la charla "tu secreto" y éste se salta todo lo previsto y lo comunica a quien no tendría por qué enterarse. Claro, como el fin justifica los medios, todo se explica.

La obra no solo "hace" informes sobre los que están dentro, sino también sobre los que están fuera. En un primer momento, cuando te lo explican, piensan en los "grandes herejes" que para el opus existen en el mundo o en el país al que perteneces. Para algunos del opus, están fuera lo que no piensan como ellos en los campos de moral y costumbres. Claro existen católicos fuera que tienen otra manera de pensar y seguir a la Iglesia. Eso, dentro de la obra, algunos lo llaman "tragaderas".

Lo que nunca se hubiera podido pensar es que los directores de la obra y sua adyacentes vigilan incluso a los obispos. Esto es rigurosamente cierto. No solo leen sus escritos en los boletines diocesanos o en las páginas de los periódicos, "por si existe algún error" que es conveniente aclarar.

Cada miembro de la obra que se entrevista con un obispo debe hacer un informe sobre todo lo tratado. El escrito sobre la conversación mantenida debe incluir datos como el día de la entrevista, la hora, duración, y, muy importante, los temas tratados y lo que el obispo decía sobre la obra o sobre temas de moral y otros relacionados con la Iglesia.

Tal profusión de temas que hay que tratar en los informes provocan inquietud en las personas que se han entrevistado con los obispos, ya que no son periodistas, no tienen suficiente retentiva, no han escrito notas y debe quedar clara la posición del obispo con el que han dialogado. ¡Cuánta intimidad! Así, los directores de la obra lo saben todo y funcionan como una policcía secreta que sabe hasta los rincones más íntimos.

Confieso que yo solo eso lo he tenido que redactar una vez. No digo el obispo para que no se enfade. Llevo más de treinta y un años haciendo información religiosa y, claro, si cada vez que hablo con un obispo tubiera tenido que hacer un informe, me hubiera vuelto loco. Sí loco. Conozco y me conocen a 80 obispos en España y con algunos de ellos tengo mucha familiaridad, hasta el punto que me saben mi nombre auténtico, Nacho.

Debo aclarar un aspecto, durante el tiempo que fui de la obra, periódicamente me entrevistaba con alguien de la comisión regional (preferentemente el secretario, que es el que se encarga de la relación con los periodistas de la obra) o de la delegacióin (también el secretario, que también se encarga del llamado internamente "Apostolado de la Opinión Pública"). A ellos -principalmente al primero- les contaba mis relaciones profesionales con el mundo eclesiástico.

Añado un detalle: mientras duran las asambleas plenarias de la Conferencia Episcopal , los directores de la comisión regional tienen permanentemente una persona, un sacerdote, que se encarga de las relaciones con los obispos. Es frecuente que, algunos días, esos encargtados lleven a almorzar a la sede del gobierno regional del opus a algunos obispos, con lo que previamente ha habido una invitación.

Para los que tienen viejos recuerdos citaré algunos nombres de sacerdotes de la obra que han tratado con los obispos: Don Honorio (no recuerdo el apelllido, pero me suena a otro citado en estas páginas como directopr espiritual del Colegio Mayor Aralar); Don Javier Mora Figueroa (estaba en Torreciudad y antes en la delegación de Sevilla), uno apellidado Arenas y últimamente Don Luis Crespo, que fue director de la delegación de la obra en Granada y que antes ocupó un cargo en la comisión regional, dentro de la llamada 'comisión auxiliar', una especie de suplentes.

A título particular os comento que los periodistas de información religiosa suelen decir: aquí están los del opus, porque "huelen" la prelatura a distancia. Lo que llevan esta tarea son muy fieles. Se pasan las horas muertas en la puerta de la Conferencia Episcopal. A veces, incluso preguntan a los informadores quién es aquel obispo que entra en la casa para aprender su nombre. Esto me pasó sobre todo con el tal "Arenas". Aclaro una cosa. También los periodistas debemos pasar mucho tiempop a la entrada de la sede de la llamada 'Casa de la Iglesia', pero es para sacar información que transmitir en tu medio o a otros, si eres agencia.

Continuación

 

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