Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Vida y milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer,

fundador del Opus Dei
(Luis Carandell)
Indice del libro:
Prólogo a la Edición de 1992
Prólogo a la Edición de 1975
"Made in Spain"
Niños, aunque no niñoides
"El cura más guapo del mundo"
Marqués de Peralta
Hijos de todas las clases sociales
La estética del apellido
La ciudad amurallada
De hinojos ante el padre
Baños de multitud
La quiebra de "Escrivá, Mur y Juncosa"
"La ciudad de Londres"
Burro de Dios
El belén del Opus Dei
Torreciudad
Flojo en latín
Su tío el canónigo
La santa cólera
El secreto y los escaparates
"Es muy santo y tiene que ir a Madrid"
Los doce apóstoles
Educador de tecnócratas
"Nos han hecho ministros"
El "apostolado de la inteligencia"
"La santa coquetería"
Días de rosas y espinas
Apoteosis
Epílogo para 1992
Bibliografía y FIN
 
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VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ,
FUNDADOR DEL OPUS DEI

EL "APOSTOLADO DE LA INTELIGENCIA"

"A los hombres, como a los peces, hay que cogerlos por la cabeza", dice una máxima de Camino. Con este lenguaje expresa Escrivá la idea de lo que él mismo llama "el apostolado de la inteligencia" que había sido formulada ya con mayor precisión por otros líderes católicos de su época. El padre Ayala, mediante la "formación de selectos" había pensado en asegurar la influencia de los católicos en la vida pública española. Pero Ayala era un hombre de acción y su objetivo estaba puesto más en la política que en la acción intelectual. El primero que expresó la idea de la necesidad de recristianizar la universidad fue el primer presidente de la ACNP, Angel Herrera, cuyas ideas debieron tener una indudable influencia en el padre Escrivá durante los años de su estancia en Madrid a partir de 1926.

Es conveniente hacer aquí un inciso para decir que la actuación del Opus Dei en los años de la posguerra ha tenido la virtud de cohonestar, o hacer olvidar al menos, los procedimientos empleados por otras organizaciones católicas, como la ACNP, que habrían sido puestas en la picota de no haber existido el Opus. Es muy interesante, en este sentido, la lectura del libro de A. Sáez Alba, La ACNP. La otra "cosa nostra", publicado por Editorial Ruedo Ibérico. Con todo, el mismo Sáez Alba, en su muy crítico estudio, reconoce el carácter mucho más rígido, autoritario y monolítico del Opus Dei en comparación con la ACNP, la cual ha demostrado además una capacidad de evolución que la Obra no tiene precisamente debido al hecho de que mientras la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (que ha modificado su nombre con la supresión del adjetivo "nacional", pasando a ser la ACP) sigue siempre las directrices de la jerarquía católica, el Opus Dei ha pretendido y pretende mantener una autonomía respecto de esa jerarquía.

Pero, para volver al tema que nos ocupa, el padre Escrivá parece haber tomado de Angel Herrera muchas de las ideas que luego hemos visto poner en práctica al Opus Dei en lo que se refiere a la acción universitaria. La comparación entre "Consideraciones espirituales" y "Camino" es ilustrativa en este aspecto. En la redacción definitiva del libro, hecha en Burgos durante la guerra como ya hemos dicho, se amplía considerablemente respecto del libro de 1934 todo lo referente a la "Formación y estudio". Se hacen referencias a la universidad y a los estudios universitarios que no aparecen para nada en las máximas de "Consideraciones espirituales". Cabe pensar que en esos cinco años el padre Escrivá va precisando sus ideas en este sentido y lo hace gracias sobre todo a la influencia de la ACNP. En 1934-35, en efecto, entra en contacto con un acenepista, José María Albareda, que posteriormente pasaría a formar parte del Opus Dei y organizaría, después de la guerra con la ayuda de otro acenepista, el ministro de Educación, Ibáñez Martín, toda la acción universitaria del Opus Dei a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que cristalizaría después en el "asalto a las cátedras" por medio de las famosas "opusiciones" y en la fundación de la universidad del Opus en Pamplona.

Las ideas de Escrivá y de los demás líderes católicos eran naturalmente resultado de la situación de "descristianización" en que se encontraba la universidad española. Francisco Giner dc los Ríos había fundado en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, que tan importante papel había de jugar en la renovación del pensamiento español. En 1907 fue fundada la Junta de Ampliacion de Estudios, cuyo primer presidente fue don Santiago Ramón y Cajal, con el objetivo de remediar el retraso científico que España padecía. Giner de los Ríos había mantenido siempre el principio de independencia de la Institución Libre de Enseñanza, a la que se deben creaciones tan importantes como la Residencia de Estudiantes y el Instituto Escuela. La Junta de Ampliación de Estudios era un organismo dependiente del Ministerio de Instrucción Pública. Sin embargo, muchos de sus miembros y entre ellos el secretario permanente, profesor José Castillejo, eran institucionistas y a los católicos no les fue difícil identificar a la Junta con la Institución, y atribuir a ésta una influencia dominante sobre la política educativa española. El padre Escrivá fue uno de los muchos católicos que veían con recelo el dominio de la Institución Libre, a la que consideraban de tendencia anticristiana. Se refiere sin duda a ella cuando habla de "las malditas sociedades secretas" y a los institucionistas cuando dice que "los enemigos de Dios, vacío de ideas el cerebro, se dan tono de sabios y escalan puestos que nunca debieran escalar".

Las críticas a la Institución adquirían entre los católicos tonos de violencia, como puede verse en esta frase del jesuita padre Ruiz Amado que cita Artigues: "Ese enemigo mortal de la enseñanza católica que, año tras año, se ha introducido poco a poco como un quiste en el Ministerio de Instrucción Publica hasta apoderarse de él." Pío Zabala, por su parte, a quien cita Enrique Suñer en "Los intelectuales y la tragedia española", decía de los discípulos de Giner que "tienen estos señores la vista puesta en el ideal y las manos metidas en el cajón del pan", y otro profesor también mencionado por Suñer afirmaba: "A la Institución le pasa como a Dios, que está en todas partes y no se la ve."

El padre Escrivá, mientras participa en esta generalizada crítica de los católicos hacia la Institución, trata de aprovecharse al mismo tiempo de su ejemplo en la tarea que él mismo proyecta emprender con respecto a la universidad y a la enseñanza y adopta algunos de los procedimientos atribuidos a la Institución. Es curioso comprobar que, andando el tiempo, el Opus Dei hará en su acción universitaria muchas de la cosas que los católicos de los años treinta, incluyendo al padre Escrivá, culpaban a la Institución Libre de Enseñanza de estar haciendo. Así, la Institución tiene una enorme importancia en la gestación del Opus Dei, en primer lugar porque la acción universitaria que la Obra se propone emprender originalmente se concibe como una forma de contrarrestar la influencia supuestamente anticristiana de la Institución. Y, en segundo lugar, porque la Obra tiene muy en cuenta las ideas de Giner de los Ríos y de los institucionistas para su "apostolado de la inteligencia". No es en vano que un historiador miembro del Opus, Vicente Cacho Viu, haya dedicado una obra al estudio de la Institución Libre de Enseñanza.

La residencia de Ferraz y luego los colegios mayores del Opus Dei creados después de la guerra, al igual que las residencias y colegios mayores de la ACNP y de otras instituciones, están inspirados en la Residencia de Estudiantes institucionista de la que salieron algunos de los más ilustres intelectuales españoles, si bien, como apunta Artigues, los precedentes de estos colegios mayores pueden buscarse en la Salamanca del Siglo de Oro. En estos colegios se forman la élites del Opus Dei que, según la ferroviaria imagen escrivaniana que he citado, estaban llamadas a ser las locomotoras que tirasen de los vagones. En un principio, y durante muchos años, la acción apostólica del Opus Dei se ejerció principalmente entre los universitarios hijos de familias burguesas todos ellos, que podían aportar a la Obra no sólo su talento de líderes sino también su dinero, sus negocios o sus ganancias profesionales de que hacían renuncia en favor del Instituto. Hubo una época, allá por los años cuarenta y cincuenta, en que el proselitismo opusdeísta llegó a adquirir caracteres agobiantes en los medios universitarios. Sólo dejaban en paz a los menos dotados o a los pobres y casi no había ningún estudiante que se viese libre del asalto espiritual convenientemente preparado por medio de las virtudes de la "santa coacción" y la "santa desvergüenza", por parte de los miembros de la Obra. Un poeta catalán, conocido por sus epigramas, Carles Fages de Climent, escribió a este proposito esta cuarteta:

Si els fills són tontos i dropos
se'ls emportarà la meuca.
Però si són llestos, es veu que
hi ha por que te'ls prengui l'Opus.

[Si los hijos son tontos y vagos, se los llevarán las malas mujeres. Pero si son listos, se conoce que corres el peligro de que te los quite el Opus.]

El estudio cobró en el Opus Dei un contenido elitista que sirvió para distinguir entre categorías o clases en el interior del Instituto. Para ser numerario, que es la máxima categoría dentro de la Obra, es preciso estar en posesión de un título universitario. La "titulomanía" es consustancial al padre Escrivá y a la Obra, la cual no pierde ocasión de mencionar los galardones académicos, doctorados honoris causa y títulos de todo tipo que el fundador ha acumulado durante su vida. El que no tiene título universitario se queda en el Opus en oblato, o, como se dice más modernamente, agregado. Entre las asociadas, las mujeres que se dedican a la limpieza de las casas del Opus se denominan "numerarias inservientes" [Actualmente, como ya he dicho, reciben el nombre de numerarias auxiliares]. Las rígidas distinciones de clase pueden haberse suavizado algo en los últimos años, pero es un hecho que, en los primeros tiempos de la posguerra española, los oblatos viajaban en clase inferior a los numerarios. Entre los sacerdotes del Opus Dei, que forman la llamada Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, se distingue también entre aquellos que proceden de la clase de los numerarios y los que eran oblatos antes de hacerse sacerdotes, correspondiendo a los primeros la superioridad jerárquica. Como se sabe, los numerarios y oblatos se distinguen de los supernumerarios en que los dos primeros grupos formulan los votos privados de pobreza, castidad y obediencia, mientras los supernumerarios son gente en general casada que, a cambio de una aportación económica, utilizan los servicios religiosos (y a menudo también las influencias políticas o económicas) de la Obra.

El apostolado del Opus Dei, durante mucho tiempo ejercido exclusivamente entre la clase burguesa o entre las personas destinadas al servicio doméstico, sólo se desplazó a otras clases sociales cuando el padre Escrivá se dio cuenta de las nuevas orientaciones del pensamiento de la Iglesia, sobre todo para ofrecer un escaparate que mostrara la "acción social" del Instituto. Su contenido continúa siendo eminentemente burgués y esto se percibe no sólo en la ideología, sino también en la manifestaciones externas de la Obra. El gusto con que están decoradas la residencias, las casas, la oficina y los salones de recepción de una institución como la universidad de la Obra en Pamplona muestran inconfundiblemente este carácter del opusdeísrno. Al lector de Camino le sorprenderá encontrar en la nota justificativa de las ediciones que se han hecho del famoso libro la mención de que "mientras tanto, acaba de ponerse a la venta la cuarta edición de lujo". Alguien me contó que, en una ocasión, fue a cenar a casa de un conocido financiero simpatizante de la Obra y se encontró con la sorpresa de ver, junto a la mesa adornada con candelabros y flores, un facistol iluminado sobre el que se había puesto un ejemplar primorosamente encuadernado de Camino.

Los títulos universitarios, el dinero, los cargos políticos, el lujo en la decoración y el atildamiento en el vestir son cosas que constituyen una preocupación primordial para el padre Escrivá y para la Obra. "Ricos, inteligentes, bien parecidos y de buena familia", dicen que quería el fundador a sus hijos. Uno de los patronos del Opus Dei, situado en devoción sólo detrás de san José, es san Nicolás de Bari, un obispo de Mira, en la Licia, en Asia Menor, cuyo buen corazón le llevó a socorrer a un caballero pobre que había tomado la penosa decisión de prostituir a sus hijas por no poder dotarlas para el matrimonio. El santo arrojó sin ser visto por tres días consecutivos una bolsa de oro por la ventana de la casa del atribulado caballero, con lo que la tres doncellas pudieron casarse. El último día, el caballero le sorprendió mientras arrojaba la bolsa y, agradecido, pregonó su generosidad en la villa. Según una historia que circula en voz baja en el interior de la Obra, al padre Escrivá se le apareció san Nicolás un día en que se encontraba pasando graves apuros económicos y le dio dinero con que remediara su necesidad. San Nicolás de Bari, que se llama así porque su cuerpo está enterrado en esta ciudad de Italia, es objeto de un culto especial en la Obra. En todas las casas del Opus debe haber una imagen suya según una de las normas de las Constituciones. Bajo la imagen del santo -que como se sabe es patrono de los banqueros- debe figurar una inscripción en latín diciendo: "San Nicolás, ten cuidado de la casa."

 

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