Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Vida y milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer,

fundador del Opus Dei
(Luis Carandell)
Indice del libro:
Prólogo a la Edición de 1992
Prólogo a la Edición de 1975
"Made in Spain"
Niños, aunque no niñoides
"El cura más guapo del mundo"
Marqués de Peralta
Hijos de todas las clases sociales
La estética del apellido
La ciudad amurallada
De hinojos ante el padre
Baños de multitud
La quiebra de "Escrivá, Mur y Juncosa"
"La ciudad de Londres"
Burro de Dios
El belén del Opus Dei
Torreciudad
Flojo en latín
Su tío el canónigo
La santa cólera
El secreto y los escaparates
"Es muy santo y tiene que ir a Madrid"
Los doce apóstoles
Educador de tecnócratas
"Nos han hecho ministros"
El "apostolado de la inteligencia"
"La santa coquetería"
Días de rosas y espinas
Apoteosis
Epílogo para 1992
Bibliografía y FIN
 
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VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ, FUNDADOR DEL OPUS DEI

LA ESTETICA DEL APELLIDO

El más temprano indicio documental de que disponemos respecto a las inclinaciones aristocratizantes del padre Escrivá, que con el tiempo había de cristalizar en la solicitud de rehabilitación del título de marqués de Peralta, es un edicto publicado en el Boletín Oficial del Estado de fecha 16 de junio de 1940. No se trata aquí de la reivindicación de un título nobiliario ni de otra grandeza, prebenda o beneficio a que se creyera con derecho el interesado. Se trata de una operación que en cierto modo pudiera considerarse preparatoria para la obtención del marquesado, pero que tiene por sí misma significación considerable. Es el anuncio, que se publica a efectos de que puedan oponerse en el plazo de tres meses cuantos se consideren con derecho a ello, de la solicitud presentada por los hermanos, Carmen, José María y Santiago Escrivá y Albás en el juzgado número nueve de los de Madrid para que:

"se les autorice para modificar su primer apellido en el sentido de apellidarse Escrivá de Balaguer que, según se expresa en el escrito inicial, es el nombre que individualiza a la familia".

La justificación que para ello se da es la siguiente:

"ya que por ser corriente en Levante y Cataluña el apellido Escrivá, dando lugar a confusiones molestas y perjudiciales, se unió al apellido el lugar de origen de esta rama de la familia, la que es conocida por todos como Escrivá de Balaguer".

Se aportan al expediente del juzgado número nueve, en apoyo de esta última afirmación de que la familia era conocida por Escrivá de Balaguer, tres certificados: uno del Vicariato General del Arzobispado de Valencia de 17 de mayo de 1940, otro del vicecanciller del Obispado de Madrid-Alcalá de 18 de mayo de 1940 yei tercero de la Jefatura de FET y de las JONS del pueblo de Albuixech (Valencia) de 17 de mayo de 1940. Curiosamente, sin embargo, no se aportaba ninguna certificación procedente de Barbastro ni de ningún otro pueblo o ciudad de Aragón. [Los biógrafos oficiales silencian esta operación de maquillaje de los apellidos del fundador]

Del documento se desprende, por tanto, sin lugar a dudas, que el apellido original de monseñor no es el sonoro de Escrivá de Balaguer y Albás, con que ahora se le conoce, sino el más modesto de Escrivá y Albás. El argumento que se da en la solicitud, de que el apellido Escrivá es corriente en Levante y Cataluña y por ello "puede dar lugar a confusiones molestas y perjudiciales", es ya de por sí revelador de un evidente deseo de distinguirse en quien, como el padre Escrivá, no es catalán ni valenciano, sin o aragonés, y en esa época, es decir, a principios de los años cuarenta, tenía establecida su residencia en Madrid. El único apellido que podía haberle inquietado en el sentido de las "confusiones molestas y perjudiciales" es un apellido noble: Escrivá de Romaní, de quien podría muy bien ser que se hubiera sentido competidor el futuro marqués de Peralta. Por otra parte, con este criterio, ¿qué confusiones no habrían de molestar y perjudicar entonces a los millones de españoles que llevan apellidos corrientes en la propia región y ciudad en que viven?

Veamos ahora si en la partida de bautismo de monseñor Escrivá, pues la de nacimiento se perdió en los últimos desastres nacionales, se arroja alguna luz sobre este estupendo caso. Transcribo la partida que copié en el libro de registro de la catedral de Barbastro:

En Barbastro, a trece de enero de 1902, don Angel Malo, regente de la Vicaría Catedral, bautizó solemnemente a un niño nacido a las veinte y dos del día nueve, hijo legítimo de don José Escriba, natural de Fonz y de doña Dolores Albás, natural de Barbastro, cónyuges vecinos y del comercio de esta ciudad. Abuelos paternos, don José, de Peralta de la Sal, difunto, y doña Constancia Corzán, de Fonz; maternos, don Pascual, difunto, y doña Florencia Blanc, de Barbastro. Se le puso por nombre José María Julián Mariano, siendo padrinos don Mariano Albás y doña Florencia Albás, tíos del bautizado, siendo aquél y ésta casados vecinos de Huesca y representada en virtud de poderes por doña Florencia Blanc, a quienes hice la advertencia del ritual.

En una anotación al margen, dice:

Por orden del M.I. señor delegado episcopal de esta Diócesis de Barbastro, dictada el 27 de mayo de 1941 se muda en esta partida el apellido "Escriba" en "Escrivá de Balaguer", debiéndose escribir así en lo sucesivo: José María Julián Mariano Escrivá de Balaguer Albás, hijo legítimo de don José Escrivá de Balaguer y de doña Dolores Albás.
Barbastro, 20 de junio de 1941
José Palacio

Aquí aparece otro elemento interesante y es que la familia no se llama originalmente Escrivá, sino Escriba, es decir, con be y sin acento. Confirmando este extremo, muchas personas con quienes hablé en Barbastro y sobre todo las que, por su edad, recordaban al padre y a la madre de monseñor en la época en que vivieron en la ciudad, conocían a la familia por "Escriba" y se sorprendían mucho de que, andando el tiempo, hubiera surgido como por ensalmo el apellido "de Balaguer", de que en aquella época no se tenía la menor noticia. Un señor me dijo: "Mire, yo creo que se lo han sacado de la manga". Todos en el pueblo hablaban de "la casa de Escriba", "la tienda de Escriba". Con esto de Escriba me sucedió una cosa y es que cuando le conté a un sacerdote de Madrid amigo mío cómo llamaban a monseñor en Barbastro, aprovechó la oportunidad para hacer el chiste de que el Opus Dei estaba constituido "por un escriba y setenta mil fariseos", y añadió la españolísima pregunta de si monseñor no sería de origen judío. Esto dio ocasión a que en el retrato robot del fundador del Opus Dei interviniera inesperadamente don Julio Caro Baroja, experto, como se sabe, en cuestiones de onomástica, el cual me dijo que el apellido de Escriba no demostraba nada y que los judíos conversos españoles habían procurado más bien ocultarse en la época de las persecuciones, para lo cual no era lo más indicado ponerse, como dijo don Julio, "semejante apellido".

Hay que decir, sin embargo, que desde una fecha muy temprana, la familia tiene conciencia del origen catalán de su apellido, escribiéndolo con uve y con acento. En el expediente de estudios de monseñor en el Instituto de Enseñanza Media de Logroño (1915-1918) que he tenido ocasión de ver, él mismo se firma "José María Escrivá", aunque en el encabezamiento las autoridades académicas transcriban su nombre como "José María Escriba", que es el que debía figurar en sus documentos personales y, como hemos visto, en la fe de bautismo. No hay ningún inconveniente en aceptar que el abuelo de monseñor, don José, que había nacido en el pueblo de Peralta de la Sal, fuera de familia leridana, y oriundo de la muy próxima ciudad de Balaguer. No he podido comprobar este extremo, aunque es un hecho que la región del Somontano, a que pertenece Barbastro, y también Peralta de la Sal, ha estado históricamente más ligada a Lérida que a la misma Huesca.

Pero si el apellido "Escrivá", pese a la vacilación de los documentos oficiales, encuentra ya una forma definitiva en la infancia de monseñor, el gentilicio "de Balaguer" es de invención mucho más reciente. El padre de monseñor, que murió en Logroño hacia 1922, no supo nunca probablemente que, una vez difunto, iba a ser rebautizao con el altisonante "don José Escrivá de Balaguer y Corzán", en vez del más corriente "don José Escrivá y Corzán", que parecía convenir mejor al modesto empleo de dependiente de comercio textil que ejerció hasta su fallecimiento. Este apellido "de Balaguer" no aparece en ningún documento ni referencia hasta que su hijo José María hace en 1940 la solicitud que hemos comentado. El seminarista zaragozano cuya actitud y cuyos modales chocaban a sus sencillotes y noblemente baturros compañeros, se ha puesto ya en contacto, una vez ordenado sacerdote, con el ambiente aristocrático de la Corte y ha asistido, en la guerra civil, al triunfo de los ideales hispánico-católicos. Aliviada la amenaza que planteaban las "hordas" populares, que tantísimo juego habían de dar en la literatura oficial de la posguerra, es ya el momento de añadir distinciones, honores o dignidades a los apellidos de quienes aspiran a desempeñar un papel de primera fila en la moderna historia de España. La decisión de añadir el apellido gentilicio "de Balaguer", tal vez incubada ya en años anteriores, toma cuerpo definitivamente al terminar la guerra civil.

El Ministerio de Justicia, por Orden de 18 de octubre de 1940, autorizó a don José María Escrivá y a su hermana soltera, doña Carmen, "para adicionar a su primer apellido el de Balaguer, formando el compuesto Escrivá de Balaguer que usarán como uno solo y primero, conservando como segundo el que tienen en la actualidad" (es decir, el de Albás). La autorización al tercer hermano, don Santiago, fue objeto de otra Orden de 12 de noviembre de 1940. En la autorización a don José María y a doña Carmen se decía que:

"teniendo en cuenta que el apellido Balaguer no corresponde a los peticionarios, es indudable que debe ser incluido en la categoría de los gentilicios, constituyendo esta forma de adición de los apellidos uno de los modos más importantes de formarse estos en castellano, que por la importancia de la población de la cual procede la gente no existe el peligro de que los solicitantes se introduzcan subrepticiamente en otra familia a la cual corresponde legítimamente el apellido".

La primera edición de Camino, publicada en Valencia en 1939, va firmada todavía por "José María Escrivá". Lo mismo sucede con La abadesa de Las Huelgas, escrita durante la guerra aunque editada en 1944, y con Santo Rosario, producto igualmente del ardor bélico-religioso del autor y fechado en 1945. En ediciones más recientes de Camino, en cambio, aparece ya el nombre en su forma actual: Josemaría Escrivá de Balaguer. Es interesante añadir que, cuando el fundador del Opus Dei solicitó y obtuvo el alargamiento de su apellido, algunos miembros de la familia Albás se lamentaron de ello, expresando su temor de que el ennoblecimiento del apellido paterno oscureciera y postergara al materno. Monseñor recogió probablemente la sugerencia, que no hacía otra cosa que dar todavía mayor realce y longitud a sus apellidos, y en alguna grandes ocasiones, como por ejemplo cuando presidió como gran canciller de la universidad de Navarra la asamblea de que he hablado anteriormente, gustó de hacerse llamar monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás.

Pero esto no es todo. A lo largo de la vida de monseñor se observa una constante preocupación que pudiéramos llamar onomástica. Y no solamente su apellido, sino también su nombre sufre variaciones. Tal vez el lector haya percibido en el curso de este relato que existe una cierta vacilación en el nombre de pila del fundador del Opus Dei. Unas veces escribimos "José María" y otras "Josemaría", dependiendo ello del momento de su vida de que se trate. Para esta operación, monseñor no ha solicitado los permisos que fueron necesarios para la ortopédica prolongación del apellido. Es una cosa particular, sin pretensiones oficiales, aunque altamente expresiva de su obsesión por distinguir claramente su personalidad. Si no me equivoco, esta variación del nombre de pila procede de principios de la década de los sesenta, o es al menos a partir de entonces cuando empiezan a encontrarse testimonios impresos de esta sutil estilización. Hasta entonces venía escribiendo su nombre separando la palabras "José" y "María" en vez del actual "Josemaría", que debe parecerle más estético. Así escriben su nombre los miembros de la Obra y así aparece en las actuales ediciones de Camino. Su primera versión, en cambio, editada en 1934 bajo el nombre de "Consideraciones espirituales" iba firmada sólo con el nombre, sin el apellido: "José María". Aquí tenemos otra variante en la forma de presentarse al público este "Frégoli" de la antroponimia.

Resumiendo la historia de las variaciones en los apellidos y en el nombre de monseñor Escrivá, con arreglo a la forma en que él mismo gusta de presentar su personalidad a sus contemporáneos, podemos trazar la siguiente tabla dando las sucesivas fechas aproximadas de los cambios introducidos:

1902 José María Escriba.
1915 José María Escrivá.
1934 José María.
1940 José María Escrivá de Balaguer.
1960 Josemaría Escrivá de Balaguer.
1964 Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás.
1968 Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, marqués de Peralta.

 

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