Gracias a Dios, ¡nos fuimos!
Opus Dei: ¿un CAMINO a ninguna parte?

Contrapuntos al camino del Opus Dei
Índice del libro
Prólogo
Carácter
Dirección
Oración
Pureza
Corazón
Mortificación
Penitencia
Examen
Propósitos
Escrúpulos
Presencia de Dios
Vida sobrenatural
Más de vida interior
Tibieza
Estudio
Formación
El plano de tu santidad
Amor de Dios
Caridad
Los medios
La Virgen
La Iglesia
Santa Misa
Comunión de los Santos
Devociones
Fe
Humildad
Obediencia
Pobreza
Discreción
Alegría
Otras virtudes
Tribulaciones
Lucha interior
Postrimerías
La voluntad de Dios
La gloria de Dios
Proselitismo
Cosas pequeñas
Táctica
Infancia espiritual
Vida de infancia
Llamamiento
El apóstol
El apostolado
Perseverancia
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CONTRAPUNTOS AL CAMINO DEL OPUS DEI
Autor: Mosén Josep Dalmau

PUREZA

Punto 118. La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad.

Contrapunto. Dios exige la santa pureza a todo hombre bien nacido. Si no la alcanzas, es bien a pesar suyo.


Punto 119. ¿Qué hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable a Dios, si la separamos de la caridad. La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza. Sin caridad, la pureza es infecunda, y sus aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia.

Contrapunto. Es imposible ser puro y vivir sin austeridad en los otros órganos del gusto. Por ejemplo, ser refinado y exigentes en las comidas, tener por insoportable la falta de calefacción, de una cama lujosa o de una casa a todo confort, no saber vivir sin tener un coche a la puerta, etc. Si me dices que eres puro en medio de una vida así de cómoda, te diré que tu pureza debe de ser harto fofa, y tu caridad mucho más aún.


Punto 120. ¿Pureza? -preguntan. Y se sonríen. -Son los mismos que van al matrimonio con el cuerpo marchito y el alma desencantada. Os prometo un libro -si Dios me ayuda- que podrá llevar este título: "Celibato, Matrimonio y Pureza".

Contrapunto. ¿Pureza? No la esperes llovida del cielo. Conquístala. Conozco muchachos ateos que se han propuesto ser puros y lo han conseguido. Es tanto un deber de virilidad como una exigencia cristiana.


Punto 121. Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia. -Y esa cruzada es obra vuestra.

Contrapunto. No se te ocurra organizar una cruzada en favor de la pureza. Lo más probable es que fracases. No conozco ninguna cruzada que haya tenido éxito. Las cruzadas coaccionan y tienen de cristianas sólo el nombre.


Punto 122. Muchos viven como ángeles en medio del mundo. -Tú... ¿por qué no?

Contrapunto. Compadece al que te dice -y se lo cree- que lleva una vida de ángel. Procura ser sencillamente hombre. Ya será mucho si lo consigues.


Punto 123. Cuando te decidas con firmeza a llevar vida limpia, para ti la castidad no será carga: será corona triunfal.

Contrapunto. Una vida limpia no termina con el control de la propia carne. La limpieza de vida abarca todos los aspectos del hombre. Ganar millones -lo diga quien lo diga- no es limpio. Gastar 50 ó 100 mil pesetas para vestir de largo a la niña no es limpio. Ni tener mucho dinero y tirarlo en cosas como éstas. Ser limpio exige un montón de condiciones. No es ninguna corona triunfal. No te engañes.


Punto 124. Me escribías, médico apóstol: "Todos sabemos por experiencia que podemos ser castos, viviendo vigilantes, frecuentando los Sacramentos y apagando los primeros chispazos de la pasión sin dejar que tome cuerpo la hoguera. Y precisamente entre los castos se cuentan los hombres más íntegros, por todos los aspectos. Y entre los lujuriosos dominan los tímidos, egoístas, falsarios y crueles, que son características de poca virilidad".

Contrapunto. Los médicos se quedan solos hablando de castidad. Hace tiempo que lo han dicho todo. Ahora no hacen más que repetirlo. He conocido hombres de toda especie en este aspecto. Personas muy generosas, inteligentes y valientes, y sexualmente unos calaveras. Otros, ejemplares de pureza, pero tímidos, cobardes y egoístas. Unos terceros, una calamidad en todos los aspectos. Algunos, admirables en todo, incluso religiosamente. Escoge, pues.


Punto 125. Yo quisiera -me has dicho- que Juan, el adolescente, tuviera una confidencia conmigo y me diera consejos: y me animase para conseguir la pureza de mi corazón. Si verdaderamente quieres, díselo: y sentirás ánimos y tendrás consejo.

Contrapunto. En tu marcha ascendente hacia la pureza de corazón, no hagas ni el comediante ni el sentimental. Puedes pedir la pureza a Juan, el adolescente. Pero, ¿por qué no a Pablo o a la Magdalena? Seguro que su ayuda iba a ser la misma.


Punto 126. La gula es la vanguardia de la impureza.

Contrapunto. Vivir quiere decir, entre otras cosas, saborear los alimentos.


Punto 127. No quieras dialogar con la concupiscencia: despréciala.

Contrapunto. Dialoga con tus peores enemigos. Aprenderás así a dominarlos. Despreciándolos es fácil caer de lleno, cándidamente, en sus garras. ¿Por qué esto no ha de valer para la concupiscencia? ¡Cuánto mal ha hecho al mundo el tabú de la concupiscencia!


Punto 128. El pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza.

Contrapunto. La normalidad y la naturalidad han de ser los puntales de tu pureza. Integra en tu vida lo que veas u oigas. Esas mojigaterías y esas gesticulaciones de pudor ofendido, en vez de liberarte te esclavizan.


Punto 129. Sin la santa pureza no se puede perseverar en el apostolado.

Contrapunto. No te desanimes. Puedes ser apóstol a pesar de tus infidelidades, fruto de la debilidad humana. Si para testimoniar nuestra fe tuviéramos que ser todos santos canonizables, pocos podríamos salir de casa. La importante es no ser hipócrita. Convence más un pecador consciente de su pecado que un santón hinchado de su virtud.


Punto 130. Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que recubre mi corazón, para que sienta y siga con facilidad los toques del Paráclito en mi alma.

Contrapunto. Haz, Señor, que la sensualidad y el pecado no me aparten de Ti sino que me hagan sentir más cerca y más hondamente tu redención y tus caricias amorosas.


Punto 131. Nunca hables, ni para lamentarte, de cosas o sucesos impuros. -Mira que es materia más pegajosa que la pez. -Cambia de conversación, y, si no es posible, síguela, hablando de la necesidad y hermosura de la santa pureza, virtud de hombres que saben lo que vale su alma.

Contrapunto. No es malo hablar -al menos con los amigos de confianza- de cosas o sucesos impuros. ("No es lo de fuera lo que mancha al hombre"). Acabarás así con la obsesión de guardado todo dentro; te entrarán aires renovadores; no te sentirás solo y te animarán con su entusiasmo y consolación a seguir luchando.


Punto 132. No tengas la cobardía de ser "valiente": huye!

Contrapunto. Ten la valentía de acostumbrarte a perder. Huir es siempre una mala salida.


Punto 133. Los santos no han sido seres deformes; casos para que los estudie un médico modernista. Fueron, son normales: de carne, como la tuya. -Y vencieron.

Contrapunto. Los santos no son seres deformes, aunque en casi todas las vidas de santos los autores nos los pintan así. Pero muchos modelos de pureza que nos presentan en nuestro país, tan simple de ideas, vaya que sí lo son. ¡Mucho ojo, pues!


Punto 134. Aunque la carne se vista de seda... -Te diré, cuando te vea vacilar ante la tentación, que oculta su impureza con pretextos de arte, de ciencia..., de caridad! Te diré, con palabras de un viejo refrán español: aunque la carne se vista de seda, carne se queda.

Contrapunto. Sábete que la caridad, la ciencia, el arte... pueden coexistir con actitudes o formas, en otros casos morbosas. Sino sabes asimiladas o deslindadas, no eches la culpa al arte o a la ciencia. Las cosas pueden ser y son frecuentemente buenas. Eres tú el que les añades muchas veces malicia.


Punto 135. Si supieras lo que vales!... -Es San Pablo quien te lo dice: has sido comprado "pretio magno" -a gran precio. Y luego te dice: "glorificate et portate Deum in corpore vestro" -glorifica a Dios y llévale en tu cuerpo.

Contrapunto. San Pablo nos dice: "Honra. a Dios y llévalo en tu corazón". Que no se te ocurra pensar que lo llevas solamente porque eres casto. La impureza es una -y no la mayor- de las muchas infidelidades que el. hombre puede cometer contra el espíritu evangélico.


Punto 136. Cuando has buscado la compañía de una satisfacción sensual... qué soledad luego!

Contrapunto. Cuando has cedido culpablemente a una presión del sexo, ¿por qué te rebelas contra ti mismo? La Iglesia canta en el pregón de Pascua: "¡Oh, feliz culpa, que nos ha merecido un salvador tan grande!". San Agustín tuvo esta experiencia favorable del pecado. y fue santo.


Punto 137. Y pensar que por una satisfacción de un momento, que dejó en ti posos de hiel y acíbar, me has perdido "el camino"!

Contrapunto. ¡Cuántas veces un tropezón o una caída son ocasión para volver a encontrarse uno mismo y hallar de nuevo el camino!


Punto 138. "Infelix ego homo!, quis me liberabit de corpore mortis hujus?" - Pobre de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? -Así clama San Pablo. -Anímate: él también luchaba.

Contrapunto. "¡Pobre de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?". San Pablo dice a los cuatro vientos -en una carta pública- que tenía grandes dificultades. No seas hipócrita aparentando una tranquilidad o una pureza que no tienes. Es una de las maneras de no liberarte.


Punto 139. A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad.

Contrapunto. A la hora de la tentación, más que en el cielo -que suele estar un tantico lejos todavía-, piensa que una caída es un golpe más de martillo sobre el clavo que remacha. No se termina todo confesándolo una vez más.


Punto 140. No te preocupes, pase lo que pase, mientras no consientas. -Porque sólo la voluntad puede abrir la puerta del corazón e introducir en él esas execraciones.

Contrapunto. Preocúpate -sin obsesión-, mientras es hora de resolver las situaciones difíciles. Desatenderte de ellas sería claudicar. No emplear los recursos a tiempo, por desprecio, es una manera indirecta de consentir y de ser culpable.


Punto 141. En tu alma parece que materialmente oyes: " ese prejuicio religioso!"... -Y después la defensa elocuente de todas las miserias de nuestra pobre carne caída: " sus derechos!". Cuando esto te suceda di al enemigo que hay ley natural y ley de Dios, y Dios! -Y también infierno.

Contrapunto. Si la castidad ya no se considera hoy un prejuicio religioso sino una exigencia de honestidad, también es cierto que el bullicio de la carne no sólo no nos ha de preocupar, sino que -como la explosión primaveral- ha de alegrar nuestro corazón abriéndolo a la esperanza. A este alboroto informal Dios tiene destinado todo un sacramento. ¿ Te parece poco?


Punto 142. "Domine!" - Señor!- "si vis, potes me mundare" -si quieres, puedes curarme. -!Qué hermosa oración para que la digas muchas veces con la fe del leprosito cuando te acontezca lo que Dios y tú y yo sabemos! -No tardarás en sentir la respuesta del Maestro: "volo, mundare!" -quiero, sé limpio!

Contrapunto. ¿No te parece que es demasiado cómodo copiar la escena del leproso: "-Señor, si tú quieres puedes curarme. Quiero quedar limpio"? Si la cosa fuera tan simple, ¿no crees que serían millones los limpios de corazón? Los milagros tenían una finalidad concreta: demostrar la divinidad de Jesucristo. No han sido narrados para que nosotros repitamos la proeza. La pureza, como la santidad, es tanto una conquista personal como una plegaria.


Punto 143. Por defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque helado... -Tú, ¿qué has hecho?

Contrapunto. Se dice que por defender su pureza san Francisco de Asís se revolcó en la nieve, san Benito se arrojó a un zarzal, san Bernardo se zambulló en un estanque helado. Todos hemos hecho muchas tonterías en nuestra vida. Seguramente también los santos, que han sido hombres como nosotros. Pero todo esto -si es que realmente es histórico- lo hicieron a pesar de su santidad. (¡Yo preferiría suponerlos -y creo que lo eran- un poco más serios!).


Punto 144. La pureza limpísima de toda la vida de Juan le hace fuerte ante la Cruz. -Los demás apóstoles huyen del Gólgota: él, con la Madre de Cristo, se queda. -No olvides que la pureza enrecia, viriliza el carácter.

Contrapunto. No tenemos nada en contra de la pureza de los otros apóstoles. Hemos de suponer que fueron tan santos como Juan. Lo que enrecia y viriliza el carácter es la conciencia de fidelidad, en el matrimonio como en el celibato.


Punto 145. Un grupo de jóvenes en noble y alegre camaradería. Se oye una canción, y después otra y más. Aquel muchacho del bigote moreno sólo oyó la primera:
Corazones partidos
yo no los quiero;
y si le doy el mío,
lo doy entero.
"Qué resistencia a dar mi corazón entero!" -Y la oración brotó, en cauce manso y ancho.

Contrapunto. Ciudad de Madrid, en tiempos de Alfonso XIII. Unos religiosos de votos solemnes invitan al rey a la inauguración de un edificio de la Orden. Le muestran las amplias y lujosas dependencias, las esculturas valiosas y los ricos artesonados. Se explica bien que el rey dijera: "Si con el voto de pobreza son capaces de estas filigranas, ¡qué demonios harán con el de castidad! ". Esto es profundamente trágico. Riqueza y castidad, ¿cómo ayuntarlas?

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